Ayer, el líder conservador alemán Friedrich Merz fue elegido Canciller por el Parlamento en una segunda ronda de votación, después de que su nueva alianza con los socialdemócratas de centroizquierda sufriera una sorprendente derrota en el primer intento.
Este revés fue interpretado por los mercados como una señal de debilidad estructural en la coalición gobernante, cuya capacidad para llevar adelante su agenda económica -basada en recortes fiscales y apoyo al sector energético e industrial- se percibe ahora como más incierta. Aunque el nombramiento fue finalmente confirmado, la percepción de fragmentación política persiste, alimentada por un gabinete compuesto en su mayoría por figuras sin experiencia previa en el Gobierno y provenientes del sector privado. En paralelo, el entorno macroeconómico en la eurozona muestra síntomas de estancamiento. El índice PMI compuesto cayó a 50,4 en abril, un nivel que apenas apunta a crecimiento. El sector servicios, habitualmente más dinámico, registró una lectura de 50,1, su peor dato en cinco meses.
La caída en las expectativas empresariales, que alcanzaron mínimos no vistos desde finales de 2022, refleja un retroceso en la confianza y en la disposición de las empresas a invertir. Además, la disminución en nuevos pedidos y exportaciones confirma que la recuperación iniciada a comienzos de año pierde impulso. Alemania, con una lectura de 50,1, se consolida como un lastre más que como motor del crecimiento regional.
Mientras tanto, los mercados globales permanecen atentos a la reunión de la Fed que concluye hoy. Aunque no se prevén cambios en los tipos de interés, el foco estará en el tono del comunicado final y en la rueda de prensa de su presidente.