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Entrevistas

  • “Si mis alumnos me siguen por Twitter, pueden saber buena parte de mi vida en estos últimos años”
  • “Aunque es un género que me atrae, los musicales tienen precios desorbitados para mi economía”

Profesor de Lengua y Literatura desde hace ya varios lustros en el Instituto “Politécnico” de Soria, Jesús Esteban Hernández -aunque todos sus amigos y sus compañeros lo conocen por Chechu-, es uno de los espectadores de teatro más fieles y apasionados que conozco. “Soy un espectador nato pero luego en clase, actúo todos los días”, confiesa con cierta ironía. Como José María, uno de los personajes de ‘Un bar bajo la arena’ (el montaje de José Ramón Hernández con el que el Centro Dramático Nacional ha conmemorado sus primeros 40 años de existencia, tras su creación por Adolfo Marsillach en 1978), Chechu es feliz simplemente como espectador de teatro.

  • "Los vanguardistas nos ven como convencionales, y los convencionales como vanguardistas"
  • "Es verdad que fuimos artísticamente ambiciosos, pero es que hay que serlo"
  • "Todo nuestro trabajo ha tenido siempre mucho que ver con el hecho de pasar mucho tiempo juntos"

Nació como compañía modesta, decidida, ilusionada, disciplinada, renovadora –incluso, teatralmente hablando, hasta revolucionaria-, y constante. Probablemente en el mejor de sus sueños, Itsaso Arana (Tafalla, Navarra, 1985), Violeta Gil (Segovia, 1983) y Celso Giménez (Valencia, 1983), –el núcleo original de La Tristura (Madrid, 2004)-, no pensaron en ese momento que podrían seguir así durante casi tres lustros. Pero aquí siguen, decididos, valientes, originales, atrevidos, humildes y huyendo de las etiquetas, de las modas, de los movimientos artísticos aunque eso sí, haciendo siempre un teatro personalísimo, equidistante de la modernidad y la tradición y con un principio fundamental en sus montajes: hacer de la emoción, de la sacudida interior del público, el norte de sus espectáculos.

  • "Para nosotros cada día, cada función es un estreno"
  • "No hay cosa que más destroce a los actores, o a los equipos artísticos y técnicos que un regidor se ponga nervioso"

Rosa Postigo (Zaragoza, 1960) es regidora en la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) desde 1997. Quiso haber estudiado Periodismo pero no lo hizo por puras razones económicas. Entonces no había más Facultades que las de Madrid y Barcelona, y su familia no podía permitirse el lujo de mantenerla estudiando fuera de Zaragoza. Esa circunstancia la forzó a matricularse en Filología pero Rosa no terminó la carrera. Un hijo (hoy es músico profesional) a los 20 años fue una razón poderosa para no seguir: “he llegado demasiado pronto a las cosas...", reflexiona ahora con la perspectiva del tiempo. Su marido, un profesional también vinculado al teatro, muchos años después, apoyó abiertamente que Rosa retomase sus estudios. Solo que en esta segunda ocasión fueron de piano, italiano, inglés y chino. La zaragozana y madrileña se desquitaba así de un pequeño revés que le dio el destino...

  • "En estos tiempos sigue habiendo dos elementos imprescindibles para el compositor: el lápiz y la goma de borrar"
  • "El proceso creativo es un caos, una búsqueda"

Luis Miguel Cobo nació en Úbeda (Jaén), una auténtica belleza de pueblo andaluz de poco más de 35.000 habitantes, que la UNESCO declaró como Patrimonio Cultural de la Humanidad en julio de 2003. Comenzó a estudiar música desde muy pequeño, apenas con ocho años. No lo hizo forzado por la presión familiar (“nunca agradeceré suficientemente a mis padres su apoyo desde el principio”). Todo lo contrario porque, cuando llegó el momento de emprender estudios musicales superiores y Luis Miguel decidió que lo mejor era ir para Madrid, sus padres –él, todo el día trabajando en una pequeña tienda familiar de muebles; ella, ama de casa, madre de dos hijos-, estuvieron dispuestos a hacer el sacrificio necesario para que pudiera ir a la capital, aunque, ‘eso sí, tienes que ser el mejor’. No defraudó a sus padres porque Luis Miguel ha puesto música a la cabalgata de los Reyes Magos, en los teatros, en San Isidro, o en el homenaje que el Ayuntamiento madrileño hizo este mismo año al exalcalde Enrique Tierno Galván. No es exagerado afirmar hoy que la capital de España suena a Luis Miguel Cobo en buena medida. Y, por si todo esto fuera poco, este mismo año ha recibido también su primer premio Max por su música en Solitudes.

  • "En España, la plástica escénica no está todo lo valorada que debiera"
  • "Hay que ser sincero con uno mismo al acercarse a un texto, o a una idea"

La palabra, la materia, la forma, la luz, el color, el sonido o la imagen cargan dentro de sí emociones no siempre fáciles de plasmar sobre un escenario. Espacio, tiempo y fábula llevan dentro de sí un espíritu severo o juguetón -según los casos-, que el escenógrafo o el figurinista deben de atrapar en cada una de sus propuestas. Se trata, en otras palabras, de narrar una historia en un espacio y en un tiempo concreto. Ese es el reto permanente que reactiva cada día al madrileño –aunque sus apellidos puedan indicar otra cosa-, Curt Allen Wilmer quien, además de escenógrafo teatral, es diseñador de vestuario, y cuenta con un largo y brillante recorrido profesional en casi todas las ramas de la escenografía -teatro, ópera, danza-, así como en espacios expositivos, eventos o parques temáticos. Curt es cofundador junto a la arquitecta Leticia Gañán Calvo –su esposa-, del estudiodeDos de Arquitectura y Escenografía, y comparte también con ella la dirección desde hace 6 años del Máster de Diseño de Escenografía y Espacios Expositivos en el IED (Istituto Europeo di Design) en Madrid.

  • El gran momento es el contacto del público con el material que uno hace
  • Cada espectador de teatro lleva dentro de sí a un director de escena

El último premio que recibió Alfredo Sanzol (Madrid, 1972), fue el Premio Valle-Inclán de Teatro -el mejor dotado económicamente de los escenarios españoles-, por su puesta en escena de la obra La ternura (2017). Pocos meses antes había obtenido también el Nacional de Literatura 2017, en la modalidad de Literatura Dramática, por su obra La respiración (2016). Ambos los acogió con la misma alegría que serenidad porque sabe muy bien que ningún premio ni galardón podrá dictarle su próxima obra y que, como todas, tendrá que volver a enfrentarse a ella con el mismo vértigo que lo hizo en la primera.

El veterano y polémico periodista cree que actualmente "la confusión tiene mucho prestigio"

Periodista de raza y que ha pasado por múltiples vicisitudes. La última: una enfermedad que arrastra, pero que no le ha impedido escribir su último libro “Una bala para el caballo herido”. Libro pesimista, pero al mismo tiempo con sentido del humor y la ironía característica de Jesús María Amilibia. El reportero se encuentra ante un maestro de la entrevista…

  • "Hay un punto que da la videoescena que no lo dan las otras disciplinas del teatro"
  • "Algunos directores jóvenes quieren integrarla en sus montajes a toda costa, sin ningún tipo de medida..."
  • "En ciertos estamentos no hay un reconocimiento real del videoescenista"

El profesor de la Université Laval de Québec (Canadá), Luis Thenon, hace sólo un par de décadas, acuñó un nuevo término que, desde entonces, no ha dejado de utilizarse -en mayor o menor medida- en las artes escénicas: la videoescena. Con él se aludía a la utilización de lo audiovisual en las artes escénicas. En general, con ese concepto se hace alusión al empleo de imágenes sobre una pantalla situada en el escenario, referidas a una situación o a un personaje, que vienen a ser una especie de huella de lo que fue, de lo que pudo haber sido, de lo que puede que sea..., pero no de lo que es porque eso ya está pasando en escena, en tiempo real y delante del espectador. La imagen sobre la pantalla se convierte así en un elemento significante y significador a través de un lenguaje expresivo cuya utilización comienza ahora a generalizarse sobre el escenario.

> "El sonido es música y la música es sonido"
> "Todavía hoy cuesta mucho hacer entender el papel del sonido en los montajes teatrales"
> "El uso de la microfonía no devalúa nada el teatro"

Licenciada en Imagen y Sonido por la Universidad Complutense de Madrid en 1995, Sandra Vicente (Madrid, 1972), lleva vinculada profesionalmente al mundo del sonido más de dos décadas y muy pronto descubrió que vincular su pasión al mundo de las artes escénicas, duplicaría su placer a la hora de trabajar. Hay gente que trata de edulcorar su actividad buscando nombres más ampulosos que, al menos sobre el papel, le otorguen una mayor importancia. Sandra, sin embargo, hace honor a su sencillez, a su seriedad, a su rigor, y no está integrada en esa tribu porque a ella le encanta autodenominarse simple y llanamente diseñadora de sonido. “¿Para qué buscar otro nombre si la palabra sonido es preciosa?”.

> "Supongo que guardo una relación un tanto problemática con la realidad"
> "Tengo un temperamento más decimonónico que del siglo XXI"

Denise Despeyroux, actriz, directora y dramaturga de origen uruguayo (“Nací el mismo día que un elefante del zoológico de Montevideo que se llamaba Leo… Llegué a España a los tres años con mis padres, y mi hermano emigrantes. En un barco de emigrantes. Después de un viaje largo…”), es también licenciada en Filosofía y esas circunstancias atraviesan su obra dramática. Denise creció en Barcelona y, desde hace ya unos cuantos años, vive, trabaja, crea y contempla el mundo con tanto interés como asombro y perplejidad desde el madrileño barrio de Malasaña. Nos encontramos con Denise hace ahora dos años, y entonces como ahora sus personajes tienen tanta necesidad de querer como de ser queridos, tienen que aprender a vivir entre sus desencuentros, sus locuras, su incomunicación, sus interferencias, sus miedos, sus búsquedas compulsivas, desesperadas y casi patológicas de sí mismos, del amor, del pasado, del presente o del futuro.

  • “No me canso nunca de conocer todas las vertientes que tiene esta profesión”
  • “Me gusta hacer equipo, hacer grupo”

Nacho Sánchez (Ávila, 1992), ha recibido a mediados de junio pasado en Sevilla, el Premio al Mejor Actor Protagonista en la XXI Edición de los Premios Max de las Artes Escénicas, por su trabajo en Iván y los perros, un monólogo dirigido por Víctor Sánchez en el que interpretaba a Ivan Mishukov, uno de los ‘niños de la calle’ en la Rusia del fin del comunismo. La historia, que parte de un hecho real, se convirtió en obra de teatro gracias a la dramaturga británica Hattie Naylor. A sus 26 años, Nacho se ha convertido en el intérprete más joven en lograr el premio en esta categoría. El actor abulense se impuso a los otros dos finalistas, Lluis Homar por su papel en Ricard III e Iñaki Rekarte por Soka (Cuerda), y revalida así un reconocimiento como actor que ya le llegó en 2016 en forma de premio al actor revelación de la Unión de Actores gracias a su trabajo en La piedra oscura, un montaje dirigido por Pablo Messiez a partir de un hermosísimo texto de Alberto Conejero.

  • “En la creación espacio escénica -como a mí me gusta llamar a la escenografía-, hay que renunciar a muchas cosas en favor del conjunto del espectáculo”
  • “Cada proyecto exige una metodología y un diseño únicos”

Son tantas, que Elisa Sanz no puede precisar muy bien el número de producciones en las que ha participado como escenógrafa en sus más de cinco lustros de profesión, pero asegura que “han sido bastantes más de cien”. Aún así, Elisa no pontifica cuando habla de su trabajo como escenógrafa. Lo hace de forma sencilla, directa, como quitándole importancia, y expresando sus opiniones sin ambages de ningún tipo, preñando, además, su discurso de frases sencillas, cotidianas, desprovistas de toda afectación, y de algún que otro taco, que suelta con la mayor naturalidad del mundo...



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