www.diariocritico.com
Un momento de la valiente actuación de Paco Ureña en la Feria de Otoño.
Ampliar
Un momento de la valiente actuación de Paco Ureña en la Feria de Otoño. (Foto: Plaza1)

Un reportero catalán en la Feria de Otoño: dos alegrías y una decepción

lunes 16 de octubre de 2023, 10:28h
De nuevo a Madrid (tras 4 meses largos de penitencia sin toros en Barcelona, añadidos a los 11 en que no se abre la Monumental) y la ilusión por bandera. Otros años, esta feria no tenía el tirón del ciclo isidril, y uno pensaba que podía llegar con el tiempo más o menos justo, para estar sin agobios en la plaza...Pero nada de eso: te encuentras con dos llenos (viernes y sábado) y uno con dos tercios (17.000 personas) cerrando feria el domingo. Luego dicen que “la Fiesta se muere”…

La verdad es que el calor de estos días en Madrid sí que era “de San Isidro”, a la hora de la corrida (18h.) se alcanzaban los 30 grados, bajo un sol de justicia...En el primer festejo (6 de Octubre) comenzamos con el susto de Paco Ureña, al intervenir en el quite del ejemplar que toreaba Sebastián Castella. En el palco 16, veíamos en su delantera a una graciosa niña de 2 años y medio, que asistía alborozada a lo que acontecía en el ruedo.Cierto es que, con entradas y salidas a ese palco para ir al baño, o que le compraran alguna vianda.

Desde arriba le agasajaban con pastas o bocadillos pequeños. Luego la madre nos decía “ha venido ya muchas veces: es la forma de que los niños se acostumbren, y sean luego aficionados...”.Y uno se acordaba de que cuando mis padres me llevaban a la Monumental con 4 años (y también presenciando desde un palco)...Volviendo a esa tarde el 7 iba protestando, cosa habitual, la presencia de los toros o su comportamiento, y el aburrimiento iba in crescendo...

Pero salieron dos toros, Devoto y Andaluz,que levantaron al público de su letargo: mansos de libro, especialmente el que le correspondió a Paco Ureña, que se justificó como siempre, con esa pasión que adorna su toreo. Y a punto estuvo de ser gravemente herido al salir del embroque con la espada, acusando un fuerte golpe en el pecho, y la camisa rota…

Decíamos en Mayo que el público de las Ventas había cambiado, y prueba de ello es que pedía la devolución de los mansos, por el hecho de huir de capotes, banderillas (que fueron negras en el quinto) y capotes. No saben ni el reglamento, pero sí son expertos en canapés, algunos de los que se sientan en determinados palcos…

Emoción

Lo cierto es que la gente (especialmente los aficionados cabales) salió de las Ventas contenta. Un viejo aficionado a mi derecha, tomando notas, dijo que hacía 45 años que no veía un manso de esas características, refiriéndose al quinto toro. La vuelta al ruedo de Ureña, con el sonido de la banda interpretando el pasodoble “Joselito Bienvenida”fue un clamor…

Tras el festejo departí en El Zócalo, un restaurante y bar mexicano de la calle de Los Toreros, donde se concentran muchos aficionados, con algunos amigos del 7 como el francés Didier y su mujer Carmen Bardín, y otros habituales (Paqui Toro), junto a alguno ocasional.La diversidad de opiniones de esta gente, por otro lado culta, te enriquece...

El día siguiente, otro lleno y expectación, pese a la baja de Daniel Luque. Pero el gozo en un pozo...Antes del festejo, me decía Javier Hurtado rememorando lo del día anterior : “La Fiesta necesita como ingrediente básico la emoción: y ayer se conjugaron toros mansos y peligrosos con diestros que estuvieron a la altura...”. Pues la falta de emoción, es lo que caracterizó esa tarde de sábado soporífera, en la que se comentaba el reciente triunfo del Madrid por 4- 0, a falta de otros argumentos.

Me encontré en los prolegómenos con el periodista Roberto Gómez, que departía en los pasillos que daban al 1, con areneros y acomodadores...El cartel prometía: dos artistas Juan Ortega y Pablo Aguado, junto a Damián Castaño, uno de los triunfadores de las “corridas toristas” de septiembre. Pero cuando no hay material, todo se desmorona. Como esos toros del Pilar, una ganadería que, como decían mis compañeros, a buen seguro repetirá el próximo año, pese a sumir a la parroquia en un aburrimiento sideral...

Decepcionado debió marcharse mi compañero José Enrique Moreno (que sigue en tareas profesionales de prensa a Ortega y Aguado) en contraste con su euforia tras la corrida del día anterior….La feria, como auguraba el titular de las crónicas de este diario, Emilio Martínez, la resolvió Victorino, aunque fuera por comparación...

De nuevo la tragedia de ver corneado a Román. Y un torero al que había visto en algunas televisadas de las autonómicas este verano, Borja Jiménez (un calco de Espartaco físicamente, y en su forma de hablar) que se reivindicó como una de las, no ya promesa, sino realidad actual. Salió a hombros y de no ser por la espada, hubiera obtenido más orejas. Leo Valadez estuvo digno. No se llenó en esta ocasión, al no ser tarde de whisky, móviles, y saludos en el tendido...

Pero la gente y la afición disfrutó. Nos fuimos de Madrid agotados, por los múltiples actos y gestiones, pero felices. Ver toros cuando están, si no prohibidos sí cercenados en tu tierra, es una satisfacción.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios