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El pasado viernes un terremoto de magnitud 7,7 sacudió Myanmar provocando un gran desastre.
Las autoridades birmanas han confirmado la muerte de 1.644 personas, aunque se espera que la cifra aumente notablemente ya que hay decenas de edificios destruidos.
Los heridos superan ya los 3.400 y el número de desaparecidos es oficialmente de 139.
Aunque según el modelo de pronóstico del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) hay un 35% de posibilidades de que la cifra de fallecidos se encuentre entre los 10.000 y los 100.000.
En el país cercano, Tailandia, el seísmo también se sintió y las autoridades de Bangkok han confirmado la muerte de 17 personas. Número que también podría aumentar, pues hubo varios derrumbes y hay todavía personas bajo los escombros.
Alto el fuego en la guerra
A la complicada situación tras el terremoto de gran magnitud, se suma la situación de un país en guerra.
Un conflicto que azota gran parte del país, muchas de estas zonas golpeadas ahora fuertemente por el terremoto.
El conflicto lleva activo desde 2021, cuando el Ejército dio el Golpe de Estado y expulsó del poder al Gobierno electo. Desde entonces el país vive sumido en una guerra civil por la que 3 millones de personas han sido desplazadas de sus hogares y unos 20 se encuentran en situación muy vulnerable.
Tras el fuerte terremoto, el Gobierno de Unidad Nacional en la sombra ha anunciado una pausa en los combates de 2 semanas para facilitar las tareas de rescate.
Han asegurado que colaborarán con la ONU y con todas las ONG para facilitar el acceso de la población a la ayuda humanitaria.