Su sonrisa se había convertido en habitual a través de las páginas de los periódicos. Una joven morena, sonriente, con la mirada cargada de alegría, así eran las fotografías de Eluana que durante los últimos meses se han publicado en distintos medios de comunicación.
Sobre Eluana hemos opinado todos, en Italia, y aquí, y en todos los lugares donde se ha sabido de su caso, el de una joven que llevaba en coma muchos años y cuyos padres aseguraban que a ella no le hubiera gustado que la mantuvieran artificialmente con vida. Porque Eluana estaba viva sí, pero en coma, y tenía que ser alimentada e hidratada a través de unas sondas. Sus
padres sufrían al verla así, muerta en vida, y pidieron que la permitieran morir.
Y ahí comenzó un debate que ha dividido no sólo a Italia. En definitiva se estaba pidiendo la eutanasia para Eluana, y en Italia no está legislada la eutanasia. Después de una larga batalla en los tribunales los padres de Eluana consiguieron que los tribunales permitiera retirar las sondas del frágil cuerpo de su hija, y los médicos dijeron que una vez que se la dejara de alimentar y de hidratar moriría en quince días.
Algunos médicos decían que Eluana no sufriría, pero ¿cómo poder saberlo? En definitiva la iban a dejar morir de hambre y de sed. Otros defendían que era menos cruel este final que continuar atándola a la vida a través de unas sondas.
El caso de Eluana ha provocado además un fuerte controversia entre el gobierno Berlusconi y el presidente de la República, además de haber herido a toda la sociedad. Berlusconi quiso legislar a toda prisa para evitar la muerte de Eluana, pero la joven no resistió, y después de tres días de no recibir ningún alimento a través de la sonda, ha muerto sumiendo a unos en el alivio a otros en el horror.
Es difícil tener una opinión tajante en un caso así donde los sentimientos personales, las creencias religiosas, e incluso las ideas políticas, son factores determinantes. Todos nos hemos puesto en la piel de los padres de Eluana y precisamente en función de nuestros sentimientos, creencias e ideología les hemos comprendido o rechazado su decisión.
Ahora Eluana está muerta y los demás nos seguimos preguntando que habríamos hechos si estuviéramos en la piel de sus padres, y en estas circunstancias sólo cabe abogar por el testamento vital, porque nadie pueda decidir sobre nuestra vida o nuestra muerte en función del grado de parentesco o por afirmar estar seguros que esto o lo otro es lo que querríamos dado como eramos cuando estábamos bien.
El caso de Eluana no sólo ha dejado una profunda herida en la sociedad italiana. Descanse en paz.