Gregorio Gordo

Habla con de Marx con acento cheli y tiene pasado de obrero pero conduce un GTI . Con esas condiciones a las que se añaden ser socio del Atlético de Madrid y miembro del PCE, estaba claro que este hombre “había nassio pá sufrí”, (en homenaje a Ivá que a su vez creó “El Maki”). Es de Getafe pero no del grupo de tontosloscojones como dice Pedro Castro, será de otro. Ahora ejerce de baranda supremo en Izquierda Unida en Madrid, dándose el extraordinario caso de que ha sido la primera vez en la que la formación ha sido capaz de elegir a un candidato por consenso.

    Lo habitual en IU son los debates que empiezan allá por los tiempos de Viriato y terminan o mal, o en los bares de la zona. En una de aquellas Asambleas Generales de los tiempos de Anguita se montó un cipostio considerable y, entonces, Ángel Pérez sentenció: “¡no cabe duda, son los nuestros!”.

Si Izquierda Unida hubiera sido un ser vivo en lugar de una formación singular ya haría tiempo que hubiésemos acudido al sepelio. Pero, de repente, esta coalición que tiene gota, esclerosis, colesterol alto, urea y golondrinos, es capaz de reinventarse en tiempos de crisis. Quizá porque ofrece un modelo de izquierda de verdad y no edulcorado por la socialdemocracia que tanto se parece al liberalismo pero sin corbata.

    Hete aquí que Goyo, ese que lleva siempre la chaqueta abierta y sale a “echar el piti” a las afueras del hemiciclo madrileño, (que por su forma es más bien “cuadriciclo”), se pone al frente de una coalición. Es decir, que se coaliga que es palabra que no debe pronunciar una persona de orden.

    En la votación lo tuvo fácil, con lo colchonero que es en ningún caso se podía producir un “voto en blanco”.

    Es un tipo práctico, por ejemplo él de haber sido Obama nunca habría visitado primero a la reina de Inglaterra sino a Kate Moss. Estamos de acuerdo.