La Reserva Federal publicó ayer las actas de la reunión del 6 y 7 de mayo, en la que decidió mantener el tipo de interés entre el 4,25% y el 4,50%. El contenido confirma el enfoque de “esperar y ver”, reflejo de la prudencia ante un entorno global volátil. El documento subraya que las políticas arancelarias de la administración estadounidense dificultan la lectura de los datos macroeconómicos, con implicaciones tanto inflacionarias como contractivas.
La Fed reconoce que mientras algunos indicadores anticipan presiones inflacionarias derivadas de los aranceles, otros apuntan a un debilitamiento del empleo por el aumento de la incertidumbre. Esta ambigüedad justifica la inacción actual en política monetaria, evitando decisiones que podrían agravar los desequilibrios. Ante este panorama, el personal técnico del banco central ha elaborado distintos escenarios, aunque sus resultados siguen condicionados por supuestos todavía indefinidos. En este contexto, los miembros del Comité consideran que no existen argumentos sólidos para alterar los tipos hasta contar con mayor claridad sobre el impacto de las decisiones comerciales.
Por su parte, en Europa, los datos laborales alemanes acentúan las señales de debilidad estructural. En mayo, el número de desempleados aumentó en 34.000, su mayor alza desde 2022, mientras la economía encadena dos años de contracción. Además, los consumidores de la zona euro elevaron sus expectativas de inflación a corto plazo al 3,1%, alejándose del objetivo del 2% del Banco Central Europeo, lo que añade complejidad al entorno monetario europeo.