La reunión de hoy del BCE se produce en un contexto de creciente evidencia de debilitamiento económico en la eurozona. Los datos del PMI compuesto reflejan una expansión marginal en mayo, con una lectura de 50,2 puntos desde los 50,4 de abril, y con el sector servicios pasando a terreno contractivo por primera vez desde noviembre (49,7 puntos), debido al enfriamiento de la demanda interna y externa. Por su parte, el sector manufacturero mantiene un crecimiento débil y sin impulso.
A nivel de países, solo Italia mostró un avance significativo, mientras que Alemania volvió a registrar lecturas por debajo de los 50 puntos. En general, la contratación se mantiene y los nuevos pedidos siguen también en contracción, lo que pone en entredicho la sostenibilidad del crecimiento a corto plazo. A este entorno de desaceleración se suma una menor presión sobre los precios, lo que, en conjunto, refuerza las expectativas de un recorte de tipos por parte del BCE de 25 puntos básicos en el tipo de depósito hasta el 2 %. El movimiento parece anticipado por los mercados, con los rendimientos soberanos cerca de mínimos recientes. La rentabilidad del bono alemán a 10 años cotiza en torno al 2,535 %, tras haber registrado un 2,485 % el martes, su nivel más bajo desde principios de mayo.
En el terreno fiscal, Alemania aprobó un ambicioso paquete de estímulo por valor de 46.000 millones de euros hasta 2029, orientado a reactivar la inversión empresarial y favorecer el crecimiento. La medida llega en un momento clave, tras dos años de contracción acumulada y con una industria presionada por la caída de la demanda externa y la creciente incertidumbre sobre los aranceles.