Repatriación de la reserva y manejo político

La repatriación de parte de la reserva monetaria provocó la renuncia de la cúpula del Banco Central del Ecuador. Los directivos no alcanzaron a cumplir de forma expedita el requerimiento presidencial de traer parte de la reserva para que se invierta en el país.

Sin embargo, el Banco Central se halla obligado a actuar bajo parámetros técnicos y no políticos. La propia Ley de Instituciones Financieras le obliga a exigir determinadas seguridades. Más aún, si se tienen como antecedentes los altos niveles de morosidad de la banca pública, sobre todo del Banco de Fomento, en el cual muchas veces se ha recurrido a las condonaciones. Como recordaron el último sábado especialistas consultados por este Diario, "tradicionalmente, el Estado es buen prestamista, pero mal cobrador".

De otro lado, el uso de la reserva monetaria deja a la economía ecuatoriana en situación más vulnerable, puesto que es una suerte de colchón de liquidez para utilizarse, también, en caso de eventuales crisis internacionales que impacten en la economía nacional. La reserva es un respaldo financiero que tiene que preservarse.

Además, un ex gerente del Banco Central ha hecho notar que las entidades públicas que reciben el dinero de la reserva no cuentan con una programación para canalizar esos fondos de manera efectiva con el propósito de reactivar la economía. Por ello, lo están invirtiendo en el sistema financiero local. Bien se conoce que, como una falla crónica, la inversión pública suele ejecutarse, por lo general, a un lento ritmo.

El loable fin de reactivar el aparato productivo debe hacerse con las debidas seguridades. Se requiere, pues, un manejo prudente de la reserva del Central

En este caso concreto, se ve, de paso, lo frágil institucionalidad del Central que, antes que de criterios técnicos, depende ahora de intereses políticos circunstanciales. Con el nuevo orden jurídico, el Banco Central perdió su autonomía.