Todo empezó a las 2:45 de la tarde, cuando el sujeto –de unos 40 años– ingresó al local. Trabajadores y clientes vivían un día tranquilo cuando de pronto el hombre sacó un revólver y descubrió una carga explosiva que llevaba en el pecho. Todo se salió de control. Su propósito, al parecer, fue abrir la bóveda de la agencia. Uno de los trabajadores activó la alarma. En segundos, el individuo –encapuchado y con guantes quirúrgicos– encadenó la puerta de la entidad. Las personas que se encontraban dentro –entre ellos tres niños y dos mujeres embarazadas– entraron en pánico.
SANGRIENTO
Sin titubear, el criminal disparó a uno de los rehenes para dejar en claro su peligrosidad. Una mujer también resultó herida de un golpe que le propinó el criminal. Minutos después, más de mil agentes rodearon la sucursal, ubicada en el cruce del jirón Hipólito Unanue con Prolongación Gamarra.
La Policía despejó cuatro manzanas a la redonda. Al punto, llegaron agentes de la Dirincri, comandos de la Subunidad de Acciones Tácticas (grupo de élite de la PNP experto en acciones de alto riesgo), personal Antimotines y de Inteligencia. Comenzó la negociación.
Oficiales de la División Antisecuestros iniciaron el contacto con el plagiario. Se pensaba que detrás había cinco criminales. Conforme pasaron las horas, se logró determinar que había un solo hombre.
LIBÉRENLOS
Mientras los agentes negociaban, en la calle se vivía un drama aparte. El padre de uno de los rehenes, Lisber Serrano, acudió al lugar desesperado. “Mi hijo está en una habitación. Ha logrado comunicarse conmigo y me ha contado que hay varios heridos de bala”, declaró. Serrano hablaba de su hijo Sherlon, de 24 años, cajero del Continental. En tanto, Eliseo Vásquez contó que su esposa y su hija de cuatro años estaban retenidas.
Para dejar a los 33 rehenes libres el delincuente exigía dos millones de soles, un helicóptero y una moto. Zoila Tapia Medina, de la Séptima Fiscalía Penal, también intervino en la operación.
EL RESCATE
Un comando de 20 agentes de la SUAT esperaba la orden para ingresar, al tiempo que cinco francotiradores apuntaban al local bancario. A las 8:50 p.m. llegó la hora. Ocho efectivos de la Subunidad de Acciones Tácticas (SUAT), con chalecos antibalas, entre ellos uno vestido de civil, irrumpieron en la agencia por un forado. Familiares y curiosos comenzaron a gritar.
“Le metí un balazo en la cabeza para acabar con él”, narró el suboficial, autor del tiro que inmovilizó al hampón. El policía –quien mantuvo su nombre en reserva– contó a Perú.21 cómo concretó el rescate. Vestido con una camisa a cuadros marrón y jean para evitar ser descubierto, ingresó por un forado en la zona de calefacción.
El suboficial redujo al delincuente cuando se encontraba de espaldas, con un arma de guerra de calibre nueve milímetros. Los rehenes gritaban y lloraban.
En un principio se creyó que el hampón había muerto. Luego se supo que falleció a las 11:00 p.m. en el hospital 2 de Mayo. El sujeto fue auxiliado recién media hora después por orden de la fiscal. Mientras yacía en el piso agonizando algunos policías celebraron haberlo abatido.
Cuatro rehenes heridos fueron llevados al Hospital Dos de Mayo. Entre ellos Frank Toratto Olórtegui (19), quien recibió un impacto de bala en la cintura. El joven estaba de rehén con su tío Guzmán Toratto (51) y su papá Eleodoro Toratto (43). Janeth Díaz (25), embarazada de ocho meses, permanece en el nosocomio en estado de shock.
“El secuestrador era intransigente, no hacía caso, pedía sus dos millones y que un helicóptero se estacione en la cuadra siete de Gamarra, no respondía el teléfono, pero a Dios gracias estos son los logros que hemos tenido”, señaló el coronel Carlos Remy Ramis, jefe de la División de Emergencias de la Policía, al término de la operación. Al cierre de esta edición, no se sabía la identidad del delincuente. Ningún familiar llegó al nosocomio.