De conspiraciones canallescas

Escasamente apagados los esplendores de la convención popular en Sevilla con sus propuestas más demagógicas que enlazaban con el populismo de un Aznar que hizo notar su presencia con la dureza de su discurso, los más esforzados rectores del partido se han lanzado por los medios más expeditivos contra el Gobierno y contra los socialistas en general, una vez comprobado que cuentan con el respaldo de la casi totalidad de los medios de comunicación en su cruzada para reconquistar el poder, además de impagables ayudas en las propias filas socialistas. Y esto es más palmario  cuando varias encuestas predicen la victoria del partido popular en unas elecciones generales que se celebrasen ahora, y resultados muy favorables en las inmediatas elecciones municipales y autonómicas en muchas circunscripciones.
    
   
Entonces, ¿cuál es el problema?. Muy simple: cuando en el partido conservador ya casi tocan con los dedos el  gobierno de la nación, tratan de asegurar el resultado volcando sobre sus oponentes toda la retahíla de acusaciones que les pasan por la cabeza, desde ser los autores de la crisis económica mundial a la de desencadenar la burbuja inmobiliaria; y desde copiar las soluciones a la crisis propuestas por los populares a ser simples acólitos de la señora Merkel. Todo acompañado por la resurrección de todos los fantasmas del pasado: el GAL, la corrupción, el derroche de los fondos públicos; y del pasado inmediato: la conspiración del 11-M, las negociaciones con ETA, la rendición ante las exigencias catalanas, el caso “Faisan” la manga ancha respecto a la inmigración, el espionaje a personas relevantes, etc.

    Contando, como cuentan, con el apoyo de la mayoría de los medios de comunicación privada y la tendencia favorable de los públicos, resulta fácil y provechoso electoralmente repetir hasta el aburrimiento o hasta la persuasión del oyente toda la retahíla de acusaciones, conspiraciones y chanchullos atribuidas al gobierno de Rodríguez Zapatero y a sus ministros, los que siguen con vida, porque otros parecen haber desaparecido de la vida pública.

    Mal se presentan las inmediatas elecciones municipales y autonómicas para los socialistas, debido a errores cometidos y en gran parte a la aplicación de las medidas adecuadas para superar la crisis económica y volver a crear empleo. Era un precio que el gobierno sabía que tendría que pagar. Y así lo manifestó en diferentes ocasiones. Por segunda vez, después de hacerlo en los años 94-96, a un gobierno socialista le ha tocado hacer el trabajo sucio  de enderezar la economía asumiendo sus responsabilidades aunque coincidan con lo que le demandan desde Europa. Habría que escuchar qué decían desde el partido conservador si se hubiera apartado el gobierno de las recomendaciones llegadas desde Bruselas.

     En las contiendas políticas es frecuente elevar el tono de las intervenciones cuando se aproximan eventos electorales. Ya se tienen abundantes experiencias. Pero siempre hay que establecer un límite que no puede justificarse con la excusa de expresar actitudes de raíz ideológica: el límite es la verdad, pura y simple. Todas las acciones del gobierno y de la oposición son opinables, discutibles y rechazables. Pero con argumentos  razonables y veraces: no con populismos mendaces ni con oportunismos rastreros, de lo que hay abundantes muestras últimamente en el partidos popular. Así pueden ganar las elecciones, pero por rechazo del electorado a los contrarios; no por méritos propios.