Por segunda vez consecutiva, la primera fue tras el encuentro con Rajoy, Zapatero no sale a explicar que es lo que se trató en su cita con el Lehendakari en la Moncloa. La política informativa del ejecutivo va de mal en peor. Ni María Teresa Fernández de la Vega se dignó a aparecer y dejó que Moraleda hiciera un corrillo con los periodistas. Cuanto menos es una falta de deferencia hacia un Presidente autonómico y un grave error de comunicación. Porque era evidente que Ibarretxe, que tantas suspicacias había sentido ante su "marginación" en el llamado proceso de paz, venía a Madrid con la mano tendida y sin renunciar a sus reivindicaciones (suponer eso de él es un dislate) ofrecer colaboración frente a la amenaza terrorista.
Dejó claro que no está de acuerdo con la Ley de Partidos; pero esperar que vaya a cambiar a estas alturas, y sabiéndole tan cabezón, es pedir peras al olmo. Dijo también algo que todo el mundo comparte y sabe: que la sociedad vasca está asqueada de la decisión de los etarras de volver a matar. El apoyo, imprescindible, en la lucha antiterrorista ya se evidenció en la reunión de Rubalcaba y Balza. Entre otras cosas porque corresponde a la Ertzaintza garantizar la seguridad y la libertad de los ciudadanos vascos.
Precisamente ahí es donde algo está fallando desde el sábado pasado cuando se constituyeron los ayuntamientos, bueno se constituyeron algunos porque en otros no se pudo al no asistir, por miedo, los concejales electos a recoger sus actas. Hubo amenazas, llamadas intimidatorios por teléfono la noche anterior, recibimiento con pancartas, e incluso "ocupación" de la casa consistorial por parte de los miembros de las listas ilegalizadas de ANV. Y la Ertzaintza sin intervenir, sin acudir a proteger a los electos, sin expulsar a los ocupantes ilegales del salón de plenos. La situación ha llegado tan lejos, el terror está ganando la partida a tal extremo que hay un Ayuntamiento donde el único que se ha presentado es un edil del PP.
Si los concejales elegidos por las urnas no ocupan sus cargos en el País Vasco la democracia es un fraude. No hay paliativos y la Ertzaintza tiene como principal obligación garantizar la Ley y proteger la vida de los representantes de los ciudadanos. Eso es algo que Ibarretxe no mencionó tras la cita en Moncloa y es tan imprescindible como muchas de sus reivindicaciones nacionalistas. Otra cosa es que los electos deben tener el coraje de asumir la responsabilidad que le han otorgado los votantes y si tienen miedo no haberse presentado.