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Claridad y ejemplo

Claridad y ejemplo

lunes 02 de enero de 2012, 09:33h
    Subidas del IBI y del IRPF, congelación de los sueldos de los funcionarios, eliminación de la mejora del salario mínimo, incremento de los peajes en las autopistas, eliminación de los fondos mineros, supresión del gasóleo profesional, incremento de las tarifas postales. Son algunas de las medidas con que el gobierno de Mariano Rajoy nos ha felicitado el Año Nuevo. Quizá medidas necesarias e inevitables, pero que no se anunciaron durante la campaña electoral, aunque la mayor parte de los ciudadanos estaba alertado de "que viene el lobo, que viene el lobo", y el lobo ha llegado en la víspera de la Nochevieja.

    Los españolitos de a pie son, desde ayer, aún más pobres, y con menos dinero para afrontar la subida de los precios de la mayoría de los productos de consumo. Y el gobierno advierte que sólo se ha dado un primer paso, y que a las primeras medidas adoptadas seguirán otras que serán aún más duras. Y como gobernar también es, a fin de cuentas,  recaudar y establecer prioridades en el gasto (puesto que el dinero siempre es limitado), Mariano Rajoy y su equipo han cogido el toro por los cuernos y han bajado a la arena desde el primer día, sin concesiones a la demagogia y aplicando una cirugía que, según todos los expertos, es imprescindible para que el barco, medio hundido, salga a flote.

     En estas circunstancias, tan duras y difíciles, se le deben exigir al Gobierno (que también debe poner su parte en la solución de los problemas) dos actitudes: que sea claro y que dé ejemplo. Ha de explicar muy bien, para que no haya dudas, por qué se adoptan las decisiones que se toman, con qué criterios se recorta, y de qué modo esas restricciones son impuestas de un modo equitativo entre los españoles, cuidando a los más desvalidos y exigiéndoles más a los más fuertes. Y, por otro lado, como les decimos, el ejemplo: el Gobierno sólo tendrá autoridad moral para pedir a la ciudadanía "sangre, sudor y lágrimas" (tal como hizo Winston Churchill en el Reino Unido) si es el primero en aplicarse el cueto, y si termina de una vez para siempre con el derroche de las duplicadas y triplicadas administraciones públicas. Sobran asesores, sobran "chiringuitos", sobran coches oficiales, sobran viajes, sobran tarjetas VISA oro, sobran comisionistas del dinero público.

     Y, en fin, si las cosas se explican bien y si los ajustes comienzan en el seno de la propia Administración, la lucha contra la crisis y a favor de la creación de empleo será una aventura de gentes de bien y de patriotas. Es cierto que la cuerda siempre rompe por lo más débil pero, tras el desastre del zapaterismo, no hay más remedio que ir de la mano, todos juntos, apretando los dientes y propiciando tiempos mejores.
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