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La otra cara del ex alcalde socialista de San Sebastián

Odón Elorza: "¿Un deseo...? Que ETA se disuelva de una puta vez"

lunes 02 de abril de 2012, 11:26h

En los partidos políticos siempre suele haber algún dirigente que 'cría' fama de díscolo o rebelde. El Partido de los Socialistas de Euskadi (PSE) no es una excepción. En él habitan 'almas' tan singulares como las de Jesús Eguiguren u Odón Elorza, dos claros ejemplos de dirigentes que han sacado los pies del tiesto cuando lo han creído conveniente, desmarcándose de la 'línea oficial' en asuntos tan peliagudos como la política antiterrorista y el denominado 'proceso de paz'. El propio Elorza reconoce que dentro del PSE él mismo siempre se ha considerado "un verso libre". "Y espero seguir siéndolo y que el PSOE me siga dejando mi espacio de libertad", añade. Pero, dicho esto, se extraña cuando se le pregunta si es consciente, además, de que es un político que despierta tantos 'odios' como 'amores'. "No sé por qué", replica. "Soy un militante de base. No tengo cargos importantes desde que dimití de la Ejecutiva del PSE por discrepancias con la línea política que seguía Nicolás Redondo. No he hecho mal a nadie. Me considero una persona honesta y siempre he puesto todo mi esfuerzos para lograr la paz acercándome al nacionalismo abertzale, pero es que hay que convivir con todos, con los que te quieren y con los que discrepas", afirma, para concluir que de todas formas "sobre mí ha habido muchos equívocos". Que no despierta pasiones entre ciertos dirigentes del PNV parece claro. Siendo todavía alcalde de Donosti, Iñaki Anasagasti le dedicó en su blog un 'cariñoso' post en el que, entre otras cosas decía: "Elorza es un tipo maleducado y con un grave complejo de inferioridad". "Además de nunca guardar las formas, es un tipo ofensivo que en el Palco celebra a grito pelado los goles contra el Athletic", se lamentaba el peneuvista, al que lo del fútbol parece que le dolía más que cualquier afrenta política.

Elorza habla en tono quedo, como si no quisiera molestar ni romper el silencio que reina en su despacho del Congreso en donde aterrizó el pasado mes de noviembre tras ser elegido diputado por Guipúzcoa. A veces incluso cuesta oírle. Por curiosidad, le pregunto por qué habla tan bajito y pausado. "Es una técnica de concentración. Así cometes menos errores", replica, por lo que se entiende que no le gusten los grandes mítines y que prefiera espacios reducidos "para la reflexión".

En la Cámara baja todavía está en 'periodo de adaptación'. "Al llegar me sentía extraño entre tanto político importante. Me ha costado encontrar mi espacio propio", reconoce. Y sin ánimo de que nadie se lo tome a mal -advierte-, después de ver el panorama cree que el Congreso es "un poco circo de vanidades". Su trabajo en la Carrera de San Jerónimo empieza a atraparle y entre las iniciativas que ha presentado hasta ahora destaca una sobre los casos de bebés robados, otra sobre las necesidades de los ventilodependientes, o la creación de una subcomisión de estudio para abordar con expertos la disminución del número de municipios y diputaciones. No obstante, su primera intervención en el pleno, sobre un asunto más político, levantó cierta polémica, sobre todo entre la bancada del PP, al arrancar con una parrafada en euskera -que no tradujo después al castellano-, sin que fuera interrumpido ni amonestado por la Presidencia, que en ese momento ocupaba Celia Villalobos. Fue hace apenas unos días, durante una moción de UPyD en la que la formación de Rosa Díez pedía refundar el Estado y, entre otras cuestiones, eliminar el concierto económico vasco y el régimen fiscal de Navarra. Elorza saltó y consideró tales propuesta como una agresión peligrosa al "proceso de paz" cuyo impulso pidió en su lengua. Díez protestó a Villalobos por habérselo permitido.

Su trayectoria política sin embargo ha estado centrada en el Ayuntamiento de San Sebastián, Donosti, la ciudad en la que nació el 31 de mayo de 1955. Su ciudad. Allí comenzó su carrera política tras ser elegido concejal en las primeras elecciones municipales democráticas celebradas en 1979. Elorza iba en uno de los últimos puesto pero dimitió Fernando Múgica y corrió la lista. Recuerda que una de sus primeras intervenciones en un pleno fue un duro enfrentamiento - y no fue el único- con un líder de Batasuna.

También fue parlamentario vasco entre 1984 y 1991, año el que deja el escaño para convertirse en el primer alcalde socialista de la bella ciudad vasca, un cargo en el que se mantuvo la friolera de 20 años. Durante todo ese tiempo se ganó fama de político dialogante, sencillo, pero muy combativo. Él no oculta su orgullo de haber contribuido a la modernización la ciudad y considera que hizo una buena gestión. Uno de sus empeños fue favorecer el uso de la bicicleta en las ciudades, que él predica con el ejemplo. "Voy en bici siempre que puedo". De hecho, lo primero que se compró cuando cobró su primer sueldo como concejal fue una bici. Para Elorza la política municipal es lo más gratificante para un político "pese a la responsabilidad que conlleva". "Hay que defender el interés de los ciudadanos, de las ciudades. Los alcaldes no pueden ser sectarios, deben de estar pegados a la gente en una relación de proximidad", afirma. Una vez fuera de la alcaldía - "desde que los cuidadnos me echaron" prefiere matizar - intenta seguir conectado a la gente a través de las redes sociales, de las que es casi un adicto. Tiene un blog en el que vierte sus opiniones y una cuenta en Twitter que gestiona él mismo. "No como otros políticos que usan la Red solo para lanzar sus mensajes pero no escuchan y muchos de ellos ni escriben, les suplantan". El momento de dejar la alcaldía fue para él muy duro, sin embargo "tenia que llegar", dice Elorza. "No es agradable, no, sobre todo cuando piensas que has hecho una buena gestión pero el 'tsunami de Bildu nos llevó por delante", reconoce desde su nueva atalaya.

Elorza viene de una familia de fuerte arraigo político. Su aitá, de origen vizcaíno, era nacionalista de izquierdas, más cercano a ANV que al PNV, y su ama, zamorana y de UGT. Él es el pequeño de dos hermanos. Estudió Derecho también en San Sebastián y se fajó en la facultad en el movimiento troskista en los estertores de la dictadura. En 1975 se afilió al PSOE, fundando posteriormente el PSE, de la mano de dos históricos dirigentes socialistas, Txiqui Benegas y Kiko Mañero. "Me metí en política para luchar contra la dictadura, para recuperar la libertad y muy concienciado por la situación política que sufría Euskadi, con el terrorismo de ETA en pleno auge. Todo era muy vertiginoso, una etapa muy difícil en la que se sucedían las huelgas y las manifestaciones. Los primeros años de militancia nos los pasamos organizando sedes y casa del Pueblo", cuenta.

En 1977 trabajó con Enrique Casas, siendo éste secretario de Organización del PSE en Guipúzcoa, hasta que los Comandos Autónomos Anticapitalistas le asesinaron a la puerta de su casa el 23 de febrero de 1984, en el tercer aniversario del fallido golpe de estado del 23-F y en vísperas de las elecciones en el País Vasco. Elorza no olvida lo doloroso que fue acudir a dar el pésame a su esposa Bárbara Dührkop.

Tampoco olvida el asesinato de Ernest Lluch por ETA en noviembre del 2000. "Había hablado con él esa misma mañana desde Lisboa para quedar en vernos a mi vuelta en San Sebastián. Lo asesinaron ese mismo día", recuerda con tristeza. Ni el de su intimo amigo Juan Maria Jáuregui, ex Gobernador Civil de Guipúzcoa que ocurrió en julio de ese mismo año cuando el veterano político estaba ya retirado y se encontraba de vacaciones en bar Tolosa. "Fueron años muy duros", afirma Elorza.

Está casado, "me casé ya madurito", desvela, pero no tiene hijos. Su mujer es economista. "En casa nunca se habla de política, eso nos ha ayudado a llevar mejor las cosas. Saber separar el trabajo de la vida privada descansa la cabeza".

Entre sus aficiones, a parte de la bici, destaca la natación y el ajedrez, una pasión que se le despertó siendo niño. Ahora juega en el ordenador "así cuando pierdo el cabreo lo llevo mejor", dice sonriente. Le encantan las verduras, especialmente las alcachofas, "aunque todas las verduras son un manjar". No es sibarita pero tiene buen paladar. Meterse en la cocina ya es otro cantar. "Guiso cosas elementales", confiesa.

También le gusta la música, viajar y el cine "soy un devorador de todo tipo de películas" que ve con su mujer en casa, algo a lo que se acostumbró cuando "salir a verlas a una sala era toda una aventura". Ahora está feliz y encantado de que le hayan retirado los escoltas. Odón asegura que duerme 7 horas, pero desde hace muchos años con la ayuda de pastillas "que crean hábito, es verdad, pero me relajan". ¿Ha sentido miedo?, le pregunto. "Si, he tenido miedo pero eso nunca me ha anulado y he seguido diciendo y haciendo lo que tenía que hacer"

Antes de finalizar la charla le pido que exprese un deseo que todavía no ha podido ver cumplido. Y no lo duda. "Que ETA se disuelva de una puta vez", aunque sabe que ese camino será complejo y largo.

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