Ya en el estadio hubo felicitaciones irlandesas y aplausos a los seguidores de La Roja, a pesar del resultado, y los irlandeses siguieron cantando y animando a su equipo como si hubieran ganado. La camaradería por el buen perder y por no hurgar en la herida por parte española fue en tal aumento que muchos grupos de ambos países no sólo se reunían e intercambiaban bufandas y camisetas, sino que se hacían pasillo.
Y así continuó después tanto por las calles, hasta altas horas de la madrugada, como por los escasos restaurantes que quedaban abiertos y donde volvieron a coincidir. Todo un ejemplo de juego limpio por ambas partes. Y olé.
- España y Torres callan bocas en la mayor goleada de la Eurocopa: 4-0 a Irlanda