El viernes 20 pude comprobar que Gisela João, a pesar de su juventud (apenas pasa de los 30), paseó su figura frágil, su talante vitalista y su voz grave por la Sala Roja durante 75 minutos, metiéndose al público en el bolsillo con su naturalidad, su sencillez y su preciosa voz, desde el primer minuto que pisó el escenario. Acompañada por 3 inmensos músicos, Nelson Aleixo (viola fado), Francisco Gaspar (bajo) y Ricardo Parreira (guitarra portuguesa), situados en diagonal a lo largo de todo el escenario, sobre unas tarimas estáticas y con una Gisela que, en la tercera de sus canciones se desprendió de las sandalias para cantar hasta el final del concierto con sus pies descalzos, aferrándose bien a la tierra española con la misma intensidad y pasión, canciones clásicas y modernas del repertorio fadista portugués.
Gisela discurrió entre el sonido más clásico de fado, como "Meu amigo esta longe", y los nuevos ritmos como la "Casa da Mariquinhas" y en todos ellos se movía lenta o bailaba suave y alegremente y se conmovía declamando y cantando, al tiempo que transmitía su emoción al público (mitad español, mitad portugués) que llenó la Sala Roja de los Teatros del Canal.
João es una joven realidad del fado portugués a la que auguramos el mayor de los éxitos si mantiene esa voz tan profunda, ese amor por la palabra hecha poesía y esa naturalidad que trasciende al último espectador y que, con su "portoñol" -ella misma denominó así a su loable afán por expresarse en español, pero consciente de que no siempre era correcto- supo transportar al público madrileño a través de la esencia de ese canto, el fado, esa canción popular característica de Portugal, sobre todo de Lisboa y Coímbra, que no ha dejado de escucharse desde su probable nacimiento con la invasión árabe de la península Ibérica y que, sobre todo desde el siglo XIX -con un pequeño bache en los años 20 del siglo pasado- ha dominado el gusto del pueblo portugués, tan lírico y sentimental como el fado lleno de amor, desamor o realismo social, que Gisela Joao nos trajo a Madrid un día después de la ceremonia popular de aclamación a Felipe VI.
Desde aquel circuito Marialva de la Invicta (Oporto), que vio nacer a Gisela João como fadista, hasta su paso posterior por el barrio lisboeta de Mouraria, y su fugaz paso por Madrid, la fadista portuguesa ha recorrido un intenso y fructífero camino por el fado que nos parece el anuncio de que estamos ante una de las voces más personales del fado portugués, que bien pudiera llegar a ser la sucesora de la diosa del género: Amalia Rodrigues.