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Todo por la Prensa

Todo por la Prensa

lunes 21 de julio de 2014, 09:45h
      ¿Cuál es el género literario - poesía, narrativa, teatro, ensayo, traducción, prensa - al que le soy fiel, o sea, el género que leo  en todas las estaciones y todos los días del año? Y, antes de responder a esta pregunta, hagamos, como en la tele, una pausa publicitaria y comencemos por una aclaración. En los manuales de teoría literaria sólo suelen incluirse como géneros literarios la poesía, la narrativa - cuento y novela -, el teatro y el ensayo.  Pero ya va siendo hora de que a estos géneros tradicionales  se añadan  el género literario de la traducción y el género literario del periodismo que, a su vez, se divide en textos de varios tipos (entre otros, noticias, reportajes, crónicas, entrevistas,  artículos de opinión y artículos de análisis). Un autor de reportajes o de artículos de opinión se merece, pues, el título de escritor  tanto como puede merecérselo un poeta, un novelista o un dramaturgo. Por eso decir o escribir de alguien, como no es infrecuente, que es "periodista y escritor" es tan absurdo como escribir "Cataluña y España no se entienden".  Si decimos España, por mucho que les moleste a los independentistas, Cataluña ya está incluida en España y la lógica sólo nos permite decir o sólo Cataluña o sólo España. Igualmente, no podemos decir "periodista y escritor" sino sólo "periodista" o sólo "escritor". El único atenuante que tiene el uso aberrante de la frase "periodista y escritor" es que quiere dejar claro que ese autor trabaja en dos campos literarios: el campo del periodismo y otro campo que puede ser el de la poesía, la narrativa, el teatro o el ensayo, y que las editoriales reducen a dos secciones: ficción - poesía, narrativa, teatro - y no ficción, o sea, todos los libros que no sean ni de poesía, ni de narrativa ni de teatro.

      Y, tras la pausa publicitaria, debo declarar  que  el género literario al que tengo una auténtica y feliz adicción es la prensa. Comprar la prensa en el quiosco y leer esa novela sublime que es el periódico todos los días con sus  tragedias, sus  buenas noticias y  sus páginas de deportes es vivir con intensidad  las más variadas aventuras humanas. Pero los artículos periodísticos - con tanta frecuencia magníficos -, si no se recopilan luego en libros, no pasan a la historia de la literatura. Es comprensible. Los historiadores de la literatura sólo se ocupan de libros publicados - que no hay que olvidar que son muchos miles de libros, a lo largo de diez siglos, en el caso de la literatura española - y, naturalmente, se niegan a ocuparse de autores cuya obra no ha llegado a las librerías aunque sí esté publicada en diarios y revistas que se conservan  en las hemerotecas.

      Por ejemplo, la extraordinaria obra periodística de Unamuno, Azorín y Ortega y Gasset, por haberla recopilado sus autores en libros, ha pasado a la historia de la literatura. Varias docenas de libros de estos autores fueron, en su origen, artículos  publicados en periódicos que luego sus autores tuvieron el cuidado de volverlos a publicar en libros y, de paso, volver a cobrarlos, una experiencia que Enrique Iglesias  calificaría, sin duda,  de  experiencia auténticamente religiosa. No obstante, el genial filósofo estadounidense William James en su maravilloso libro Las variedades de la experiencia religiosa. Estudio de la naturaleza humana (Ediciones Península) no llegó a incluir como otra variedad de la experiencia religiosa el recopilar un libro de artículos ya cobrados y volverlos a cobrar al firmar el contrato con una editorial. En este terreno de la experiencia religiosa,  Enrique Iglesias, como sabio hijo de su padre Julio Iglesias, un auténtico genio de la canción y de las finanzas, ve lo que no logra ver ni siquiera un filósofo - y, además, incluso filósofo pragmático - tan grande como William James, que era, por cierto, hermano del también genial novelista y ensayista Henry James.  

      ¿Hay lecturas de verano como están asociadas a esta estación frutas tan prodigiosas como las sandías y los melones? En mi caso, sí. A mí,  en verano, por ejemplo, me gusta leer novelas  de  clásicos de primer nivel que nunca  he leído. En cuanto acabe este artículo, voy a empezar a leer Moby Dick, de Melville, una novela que creo que puede ayudarme mucho a  soportar con entereza el periplo de Osasuna por la División de Plata en la próxima liga.

      Pero, como la liga dura casi un año, tras la lectura de la soberbia biografía José Ortega y Gasset (Editorial Taurus), de Jordi Gracia, que nos cuenta la vida y la aventura intelectual del pensador y ensayista español más estimulante del siglo XX y más traducido en Europa, leeré otras biografías publicadas por esta editorial en coedición con la Fundación Juan March.  Las espléndidas  biografías de Ignacio de Loyola - de Enrique García Hernán, de Miguel de Unamuno - de Jon Juaristi -, de Pío Baroja - de José-Carlos Mainer - y media docena de biografías  más publicadas por Taurus me ayudarán a llevar con alegría los próximos partidos de Osasuna con el Murcia, Sporting, Las Palmas y Alcorcón que, como el ciervo vulnerado de san Juan de la Cruz, en el plazo de un mes, comenzarán a asomar por el sublime otero que a los hinchas nos lleva al éxtasis.  
 
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