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Al asalto de una Europa envejecida

martes 01 de septiembre de 2015, 19:25h
Si hay algo claro y determinante en el actual proceso migratorio existente en Europa –el mayor desde la Segunda Guerra Mundial- y que se viene reflejando diariamente en los medios de comunicación en forma de abucheo a Merkel por parte de los vecinos de Heidenau; en el conflicto de Calais; en el desbordamiento de la ruta de los Balcanes, en el serio aviso del gobierno italiano contra el egoísmo comunitario o en los miles de emigrantes y refugiados que se dejan la vida en su intento de llegar al espacio de Schengen, es que todo ello va a tener consecuencias en la futura estructura poblacional de la Unión si es que, definitivamente, la Comisión Europea y los países miembros son capaces de poner fin a la caótica situación cuyo origen hay que buscarlo en la falta de una política planificada en este campo y en una más que remarcable incapacidad de imponer soluciones y un cierto orden en estos movimientos de masas de origen y causas diversos.

Por testimonios de los medios de comunicación, sin mayor valor estadístico, todo parece indicar que un elevado porcentaje de los colectivos que tratan de alcanzar la Unión Europea tienen como destino el norte de Europa -especialmente Alemania- y el Reino Unido, aunque pocos demógrafos y sociólogos son los que pondrían en duda el hecho de que los centenares de miles de individuos dispuestos a instalarse en el continente europeo lo harían en cualquier país que les permitiera una supervivencia cierta y superior en calidad a la que en la actualidad gozan, lo cual no es nada difícil de conseguir.

Además, la que podríamos denominar como crisis migratoria, ocurre en un momento en el que Europa pugna por salir de una crisis económica que ha golpeado duramente sus estructuras económicas y existen fuertes y razonables dudas sobre el futuro del llamado Estado del Bienestar y especialmente del sistema de pensiones.

Con las últimas cifras oficiales conocidas, se constata que Alemania registró 715.000 nacimientos en 2014 con lo que la tasa de natalidad aumentó casi en un 5 por ciento con respecto al año anterior. Alemania tiene una natalidad muy baja y en 2014 fue el país número 186 en Tasa de Natalidad y el 176 en Índice de Fecundidad de los 192 países estudiados.

Desde 2004 Alemania no superaba los 700.000 nacimientos, lo que le ha supuesto durante años el envejecimiento de la población y uno de los más graves problemas de la república federal, algo que Merkel mostró su disposición a modificar creando un específico Ministerio de Familia.

Así, la tasa de natalidad en Alemania (número de nacimientos por cada mil habitantes en un año) fue en 2014 del 8,60 por mil y el índice de Fecundidad (número medio de hijos por mujer) de 1,40 por ciento. El hecho de que Alemania tenga un índice de fecundidad inferior a 2,1 por mujer (fecundidad de reemplazo), supone que no se garantiza una pirámide de población estable.

El gobierno de Merkel ha elevado recientemente sus previsiones de solicitantes de asilo a 800.000 los refugiados que Alemania espera recibir este año, un récord histórico que la economía alemana agradecerá ya que aunque todo apunta a que, aunque la población de 80 millones de habitantes de Alemania no corre peligro de menguar, lo cierto es que el número de defunciones aún supera el de nacimientos, como viene sucediendo de manera sistemática desde 1972.

Por lo que respecta al Reino Unido el número de nacimientos contabilizados superó los 776.35, 2007 niños menos que en 2013.

La tasa de natalidad en Reino Unido en 2014 fue del 12,00 por mil y el índice de Fecundidad de 1,83 por ciento, por lo que el proceso es similar al de Alemania y no se garantiza para el futuro una pirámide de población estable y por lo tanto ello supone una seria amenaza sobre su particular welfare state. Y aunque su situación es mejor que la de Alemania, tampoco es como para tirar cohetes.

En España, tampoco las cosas demográficas van mucho mejor, sino todo lo contrario y en el pasado año nacieron 426.303 niños, 588 niños más que en 2013, es decir un pírrico 0.13% de nacimientos más que el año anterior. Esta cuestión no ha estado en el programa de reformas de Rojoy y ello se nota y terminará pasando factura.

Los datos del INE reflejan que desde 2008, cuando nacieron 519.779 niños (el máximo en 30 años), el número de nacimientos se ha reducido un 18%. En 2014 se produjo el primer incremento en cinco años, aunque fue del 0,1%, por el aumento de hijos por mujer: de 1,27 en 2013 a 1,32 en 2014. Con todo, no afectó a la tasa bruta de natalidad, que se mantuvo en 9,1 por cada mil habitantes.

La tasa de natalidad en España, por su parte, fue en 2014 del 9,14 por mil y el índice de Fecundidad de 1,32 por ciento (el más bajo de todos), lo que arroja muchas sombras sobre el futuro de las pensiones y de los pensionistas españoles.

En el ranking mundial, España tiene difícil bajar más allá de su puesto actual, ya que su Tasa de Natalidad la coloca en el puesto 184 y el 182 por su Índice de Fecundidad de los 192 países que se analizan.

Así las cosas, resulta constatable que la crisis ha terminado por pasar factura no solo a la cifra de habitantes de España que caerá de forma continuada hasta 2021, según las proyecciones del INE, sino que la población extranjera empadronada en España, se ha reducido en los últimos años con las importantes repercusiones negativas que ello va a representar para la economía española.

A título meramente orientativo, los movimientos demográficos experimentados por España van a repercutir en diversos aspectos de la economía española que van desde la aportación de éstos a las arcas del Estado a través del pago de impuestos indirectos como el IVA, a la generación de una importante demanda en sectores como el de compañías aéreas, agencias de viaje, servicios de telefonía móvil, adquisición de bienes de consumo duradero y vivienda, además de poner freno al envejecimiento de la población, especialmente significativo en España.

Del preocupante estado del actual sistema de la Seguridad Social y que reflejan el riesgo sobre su sostenibilidad, dos apuntes:

• El 25% de los afiliados del Sistema eligen su base de cotización y el 85% de ellos eligen la base mínima, lo cual genera estímulos adversos a su sostenibilidad futura.

El Sistema, tras la reforma de 2014, necesitará continuar con las reformas para garantizar su sostenibilidad, ya que incluso las optimistas previsiones del gobierno anticipan que el gasto público en pensiones seguirá aumentando hasta situarse en el 14% del PIB, porcentaje que, si tenemos en cuenta que los ingresos sobre PIB no sobrepasaran el 10%, nos lleva a un déficit estructural del sistema de pensiones.

Carlos Díaz Güell es editor de tendenciasdeldinero.com
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