Bad blood

Theranos, una compañía de Silicon Valley que prometía diagnosticar enfermedades a partir de un simple análisis de sangre, y que llegó a capitalizar 9.000 millones de dólares, resultó haber sido un esquema de fraude, a juicio de un tribunal de California.

Su fundadora, que ahora tiene 37 años, fue extraordinariamente popular como icono de lo que era capaz de generar Silicon Valley (apareció en alguna portada bajo el título “The Next Steve Job”). Había dejado a medio camino la Universidad de Stanford para fundar la compañía en 2003. A pesar de no haber sido encontrada culpable por todos los delitos que solicitaba el fiscal, afronta 20 años de cárcel. La compañía, cesó su actividad en 2018. Quince años y miles de millones de dólares de inversores, algunos de la talla del fundador de Oracle o el magnate Rupert Murdoch. Seguro que acaba en una serie. Dicen que ya tiene título: “Bad blood”. Creíble.

En una época como la actual, de superabundancia de liquidez como no recuerda el mundo, asombra ver cuantos inversores se ven atraídos por negocios, seguramente alejados de cualquier ilícito, que ni siquiera proyectan beneficios en un horizonte conocido. No es muy arriesgado pronosticar que muchos de los “unicornios” que se han multiplicado este año, con capitalizaciones actuales superiores a los 1.000 millones, no cumplirán quince años. Pero son tiempos donde los bancos luchan por que te lleves el dinero a otra parte, y al menos, este caso, da para una serie. Y es que tiene más tirón “Bad Blood” que “represión financiera”. Difícil saber cuanto hay de lo primero, pero sin duda abunda lo segundo.

Los mercados, en su segundo día hábil de un año que se aventura complejo y difícil de pronosticar, están, también por segundo día consecutivo, vendiendo bonos. La curva de rendimiento norteamericana pierde el miedo a Ómicron sin prestar particular atención a quienes hablan de la variante camerunesa, IHU, recién detectada en Marsella. Con la curva de tipos tensionándose, porque sin miedo subirán antes los tipos, el dólar se va a máximos de cinco años con el yen, y el euro, bastante hace con aguantar. Y sufriendo. Cada vez el horizonte se puebla de más dólar alcistas. Veremos.