El Santiago Bernabéu albergó el final de fiesta en la capital tras conseguir el Real Madrid la decimocuarta Champions League de su historia, una fiesta marcada por las lágrimas de Marcelo, que decía adiós como jugador blanco tras confirmarse que no renovará.
El brasileño, como capitán, protagonizó todos los actos oficiales al ser quien coronó la fuente de Cibeles o quien portó la Copa de Europa en los momenos clave. Pero sin duda que su nostalgia y tristeza interior por decir adiós a la afición marcó la jornada.
Marcelo Vieira, de 34 años, ha participado en 17 temporadas con el Real Madrid, ya que llegó con tan sólo 18 años a Madrid desde el Fluminense. Lo ha ganado todo con los blancos, y con Brasil no tuvo la suerte de ganar ni el Mundial ni la Copa América, únicos grandes títulos que se le escaparon. Sí logró 2 medallas olímpicas (plata y bronce) y una Copa Confederaciones.
Fiesta en toda la ciudad
El equipo blanco festejó con su afición el nuevo título continental, visitando la Catedral de la Almudena, la sede de la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento. Después, se dio un baño de masas en la fuente de Cibeles, para finalmente vivir otro momento inolvidable en el estadio Santiago Bernabéu, que casi se llenó para disfrutar con los campeones de Europa.
Allí esperaba una fiesta con el humorista y presentador Miki Nadal como maestro de ceremonias, en la que se recordaron las 14 Copas de Europa logradas. Después, llegaba la presentación del cuerpo técnico de Carlo Ancelotti y de todos los miembros de la plantilla.
Bernabéu, fin de fiesta
La megafonía presentó uno a uno a los integrantes de la plantilla, que recibieron la ovación de la afición al saltar al campo. La fiesta era total y también hubo gritos a favor de Gareth Bale, que dice adiós por cierto, como Marcelo o Isco, al acabar contrato. Constrató sus situaciones con la de Luka Modric, quien presumió, micrófono en mano, que estaría al menos otra temporada más con los aficionados.
El último en aparecer en el estadio fue Marcelo, portando la nueva Copa de Europa conseguida en París. Todos juntos en el centro del campo levantaron el trofeo para ofrecérselo a la afición madridista, momento en el que los fuegos artificiales también formaron parte de esta celebración.
Marcelo fue manteado y sus lágrimas protagonizaron el final de fiesta, vitoreado y aclamado por la hinchada y sus propios compañeros.
Se acaba una temporada genial para el Madrid, con doblete de Liga y Champions, y donde apenas ha habido notas negativas. La no llegada de Mbappé podría ser una de ellas, pero se ha tapado claramente con la alegría de la 14ª.
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