Sueños

Oigo una voz muy nítida. Es de un hombre ya entrado en años. Ha sido mi maestro indirecto durante muchos cursos. Los profes de la facultad no paraban de citar sus manuales, sus estudios, sus ensayos. Y va ahora y se me presenta como alternativa. No puedo creerlo. Pero sí, ya sé que el Prof. Ramón Tamames va a ser mi contrincante en la moción de censura que estos días me ha planteado Vox en el Congreso.

Voy a prestar atención a sus palabras porque a este viejo zorro no se le escapa nada. Y como ha sido marxista antes que liberal, tampoco puedo engañarlo con palabritas envolventes y populistas. “La imaginación de su gobierno alcanza su máxima expresión en ese extenso catálogo de subsidios y pequeñas ayudas económicas con cuya oferta no se pretende otra cosa que acabar con el modelo de economía productiva vigente hasta su llegada a la Moncloa, señor presidente, reciente–en su caso, y desde mi perspectiva de viejo profesor, también podría llamarle imberbe–, doctor en Economía. No sé en qué escuela distinta a la marxista habrá estudiado usted que este otro modelo de asistencialismo estatal va a acabar haciendo más feliz a la población. Claro que la libertad o la felicidad del ciudadano a su gobierno le importa un pito, es la sumisión lo que busca usted, Señor Sánchez, y quizás para eso sí que valga la dádiva sostenida y miserable de un gobierno que no se para en mientes a la hora de recolectar votos a cualquier precio”.

¡Pero bueno! No es posible que salgan palabras tan lúcidas, tan hirientes, tan incisivas de un nonagenario. Yo pensaba que iba a ser tan fácil como convencer a los pensionistas con los que me junté el otro día para jugar a la petanca. Claro, estos no salían de su asombro por tenerme allí al lado, escuchándome con el mismo arrobo con el que me miran a Ürsula von der Leyen, Yolanda Díaz o Meritxel Batet. ¡Menos mal que la moción no tiene posibilidad alguna de triunfo! Pero voy a tener que aguantarle andanadas irrefutables a Tamames, que no tiene nada que perder, y voy a tener también que echar mano de mis dotes de cínico de academia griega clásica para poder zafarme de sus argumentos. Pero no las tengo todas conmigo de que vaya a salir indemne de esta lucha dialéctica con el viejo profesor.

Me parece que sigue lanzando misiles dialécticos contra mi propia persona. Nunca lo hubiera pensado de un colega “ Y aún le digo más, señor presidente. Desde las mismas filas socialistas en el Congreso, el partido que usted lidera ha permitido que uno de sus diputados, Juan Bernardo Fuentes, 'Tito Berni', haya protagonizado un episodio lamentable que hace caer a este templo de la democracia que es el Congreso, en un estercolero infecto y vergonzoso. ‘Tito Berni’ ha dejado en mantillas a El padrino de Coppola, al habérselas ingeniado presuntamente en conformar una red mafiosa de tráfico de influencias aderezadas con fiestas con prostitutas y drogas. Ya veo que este señor ha seguido fielmente su ejemplo, diciendo una cosa por la mañana y haciendo la contraria por las noches. La ciudadanía habla ya de “diputeros”. Si le queda a usted algo de decencia, señor Sánchez, ya debiera haber dimitido”.

¡Uffff!, ¡Qué pesadilla! Menos mal que todo era un sueño. Pero lo he vivido con tal sensación de viveza y de verdad, que lo he pasado mucho peor que cuando Santiago Abascal se me pone intenso. A este me lo ventilo diciéndole que es el líder de la extrema derecha. ¿Pero qué le voy a decir a Don Ramón? Sabe cien veces más de doctrina económica en general, y marxista en particular, que yo. Imagino que, como a Manuel Fraga, le caben los Presupuestos Generales del Estado en la cabeza, y como empiece a subrayar las contradicciones entre lo que prometíamos en las elecciones y lo que hacemos de verdad, voy a tener que salir con la cabeza baja del hemiciclo. Tengo que prepararme a conciencia, esta no es una moción de censura al uso, y por tanto, tengo que estudiar datos y razones como si fuera a disputar una maratón. Vamos, rápido, voy a dar un salto de la cama, meterme en la ducha y a hacer un hueco en mi apretada agenda internacional y propagandística para dedicar durante los dos próximos meses un par de horas diarias a anotar los cientos y cientos de logros de mi gobierno para dejar epatado a Don Ramón. No sé si seré capaz… Aunque, bien pensado, lo mismo le organizo un banquete en Moncloa, le cantamos el gobierno en pleno el Gaudeamus Igitur, le ordeno a la Conferencia de Rectores ¿de quién depende la CRUE, eh, de quién depende…?), que le otorguen unos cuantos doctorados honoris causa, y el corazón del Prof. Tamames lo mismo se apiada de un hombre con tan altas y complejas responsabilidades. Sí, ese es el camino.