¿Qué es la felicidad?: cómo se define y cómo se alcanza

En estas fechas todos nos deseamos felicidad, pero no es algo tan fácil de lograr como creemos. Según algunos productos, si los consumes, estás más cerca de ella en forma de bebida, olores, ropa, productos de belleza, agendas, tazas…estrategias que han logrado asociar emociones con sus compradores; pero habiendo la cantidad de libros y artículos que se escriben sobre la felicidad parece ser algo inalcanzable: "La felicidad está en ti", “Eres feliz y lo sabes”, “El camino de la felicidad”, “Volver a ser feliz” … Sin su ayuda no podemos ser felices, entre otras cosas, porque según proponen esos best seller de autoayuda y superación personal, la felicidad es una obligación y se consigue con un método universal.

Desde luego si las circunstancias no son demasiado adversas, la misma realidad que para unos es suficiente, para otros es insuficiente; conseguir vivir con optimismo depende más de las personalidades que de los hechos.

La felicidad es la satisfacción plena que experimenta subjetivamente una persona. Estar feliz es tener bienestar y el bienestar lleva al estado de felicidad. La personalidad, la satisfacción laboral y la satisfacción vital siempre dependen del juicio de valor que asignemos a nuestros objetivos. El sentirse plenamente feliz tampoco es real porque necesitamos ambiciones, estímulos, esperanzas e ilusiones que nos permitan estar un poquito insatisfechos para así desear algo, ya que la satisfacción total no existe.

En el sorteo de Navidad cuando los telediarios retransmiten donde ha tocado el premio “gordo” y nos muestran las celebraciones parece que la felicidad necesita dinero. Puede ser cierto, pero ¿cuánto dinero necesitamos? No se vive igual en Europa que en el Reino de Bután y resulta que este país tiene el octavo puesto en el ranking de felicidad nacional aun siendo uno de los países más pobres del mundo, por lo tanto, no es concluyente el dinero, si no el estilo de vida.

La felicidad es una reacción bioquímica y es diferente para cada uno de nosotros, pudiendo incluso cambiar nuestra percepción a lo largo de la vida. Es la ilusión de alcanzar una meta la que nos permite disfrutar una vez se llega, pero para eso necesitamos conocer también los momentos de infelicidad y aburrimiento. De hecho, gracias a las frustraciones, la tristeza o la melancolía, sabemos disfrutar de los momentos de felicidad comprendiendo así que son pequeñas dosis y gracias a no tenerlos siempre, debemos ponerlos en valor. Es el motor que nos motiva a querer cambiar algo o alcanzar un objetivo. La clave según Bertrand Russel es desear más por admiración que por envidia que siempre será el obstáculo para ella, la felicidad, porque en vez de disfrutar de lo que tienes, sufres por lo que tienen los demás.

Les deseo una Navidad y un año nuevo llenos de momentos felices, sin reglas, ni consejos.