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(Foto: Luz Soria)

Crítica de la obra de teatro 'El pato salvaje': cizaña a discreción

lunes 06 de junio de 2022, 14:38h

Henrik Ibsen, el dramaturgo noruego que revolucionó el arte dramático de la vieja Europa a finales del XIX, vuelve a las tablas españolas con ‘El pato salvaje’, en el Teatro de la Abadía de la mano de Carlos aladro, su anterior director, que recoge el testigo de José Luis Alonso en el montaje que hizo en 1982 en el María Guerrero.

Aladro parte de una versión de Pablo Rosal, voluntariamente recortada de texto y llena de anotaciones insertadas, para hacer de la propuesta un ejercicio de metateatro y obligar al espectador a entrar y salir con frecuencia del drama a lo largo de las dos horas de duración del mismo.

Admirable todo el elenco de la propuesta, con un magnífico Jesús Noguero a la cabeza que construye, no uno, sino dos personajes inolvidables y llenos de fuerza. Por un lado, al doctor Relling, un hombre profundamente humano, tan cínico como borrachín, que conoce el alma de sus pacientes como nadie y, por otro, Werle, el terrateniente sin miramientos y mujeriego impenitente, padre de Gregers, -también estupendamente interpretado por Javier Lara-, un personaje ambiguo y antipático, puritano e idealista que busca la verdad a toda costa metiendo la cabeza en familia ajena, sin miramiento alguno y sin medir las consecuencias funestas que puede acarrear su hipócrita actitud. Y junto a ellos, Eva Rufo en el papel de Gina, realista, trabajadora y superviviente; Juan Ceacero, su influenciable, indolente, pusilánime y desagradecido marido, el fotógrafo Hjalmar; Nora Hernández, Hedvig Ekdal, la hija adolescente de ambos; Ricardo Joven atrabiliario y épico abuelo Ekdal y, por último, Pilar Gómez, Berta, la reciente secretaria y amante de Werle, con quien piensa incluso casarse y, además, Narradora de las muchas acotaciones sobre autor y personajes que ha introducido Pablo Rosal en su versión.

Este último extremo, el de las acotaciones, puede ser entendido como una licencia gratuita que, en general, no aporta nada al desarrollo de la tragedia de Ibsen, o como una forma de dar respiro al espectador alejándolo de la tensión creciente del drama y dándole tiempo para que analice más profundamente la psicología de los personajes. Nosotros estamos más cerca de la segunda perspectiva, la que ha querido subrayar Aladro con su inclusión.

“Si quita usted la mentira vital a un hombre vulgar, le quita al mismo tiempo la felicidad”, sentencia el doctor Relling afeando la contumaz conducta del puritano Gregers que, a pesar de todo, no se baja del carro a la hora de aplicar su máxima en cabezas ajenas: La verdad os hará libres, caiga quién caiga, como diríamos ahora…

Funcional la escenografía de Eduardo Moreno en la que se mezclan la sencillez de las paredes y puertas de los espacios que habitan los personajes, bambalinas a ambos lados y un desván con árboles de navidad en el que está alojado “El pato salvaje’. Ilumina ese universo Pau Fullana y viste a los personajes Almudena Bautista, con atuendos intemporales que también podrían llevarse en estos principios de siglo. Muy interesante.

‘El pato salvaje’

Autor: Henrik Ibsen

Dirección: Carlos Aladro

Versión: Pablo Rosal

Traducción: Cristina Gómez-Baggethun

Reparto: Pilar Gómez, Juan Ceacero, Nora Hernández, Ricardo Joven, Javier Lara, Jesús Noguero y Eva Rufo

Ayudante de dirección: Paula Castellano

Espacio escénico: Eduardo Moreno

Vestuario: Almudena Bautista

Diseño de luz: Pau Fullana

Espacio sonoro: JUMI

Fotografía: Luz Soria

Producción: Teatro de La Abadía

Teatro de La Abadía, Madrid

Hasta el 19 de junio de 2019

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