Crítica de la obra de teatro 'Ser o no ser': los Tura vuelven al escenario

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martes 03 de mayo de 2022, 11:29h

Juan Echanove lleva a escena en el Teatro de la Latina ‘Ser o no ser’, la versión teatral de aquel mítico éxito de los años 40 en la pantalla grande de Ernst Lubitsch, To be or not to be (1942). Y si la genial propuesta de Lubitsch era inmensamente política a partir de la figura grotesca y sanguinaria del “hombre del bigotito” que invadió Polonia y que originó millones de muertos en toda Europa declarando la II Guerra Mundial, ahora se hace inevitable comparar a Hitler con Putin, otro “prohombre” del siglo XXI que, aunque sin bigotito, ha invadido Ucrania con los mismos falsos motivos que el alemán hizo con Polonia.

Comparaciones aparte -aunque inevitables para quién haya visto la película-, la adaptación de Bernardo Sánchez de este ‘Ser o no ser’, es muy fiel al original y Echanove ha sabido plasmar el ambiente del teatro y la guerra sobre las tablas de La Latina, y dosificar en sorbos bien medidos la burla, el teatro, la emoción y la denuncia política que lleva en vena el texto de la cinta de Lubitsch.

Luego podrá comentarse si la propuesta es, o no, comercial. Eso es lo de menos. No es ese el enfoque que hay que aplicar a un montaje teatral. La cuestión es si está, o no, bien hecho. Y este lo está, sin duda, del primer al último minuto de las más de dos horas de montaje.

Varsovia, verano de 1939. La compañía de teatro de Joseph Tura (Juan Echanove) y María Tura (imponente, elegante, seductora, sofisticada, dulce, convincente y magnética Lucía Quintana), ven frustradas sus representaciones del Hamlet de Shakespeare por la invasión de tropas alemanas de la capital de Polonia. Se suspende toda representación teatral, se pena con cárcel escuchar por radio emisoras no alemanas -o, lo que es lo mismo, se censura férreamente la libertad de información-, se detiene caprichosamente a la población. Ante una situación como esa, o se está contra los invasores, o con ellos. La compañía teatral, probablemente más por necesidad que por convicción iniciales, se ve abocada a apoyar a la resistencia y toma partido frente a los invasores. La acción es trepidante: amoríos de María Tura, affaires extraconyugales, celos de Joseph, que ve seriamente dañado su ego de actor y de marido, espectadores enamoradizos y obcecados, bombardeos, espionaje, lucha clandestina, métodos nada ortodoxos de los nazis, suplantación de personalidades, valentía, peligro, decisión irrevocable de apoyar a los ciudadanos invadidos…

El montaje contiene todos los elementos necesarios para que el espectador permanezca atado a la butaca durante esas dos horas pasadas de espectáculo. Estupenda la dirección de Echanove y las actuaciones de todo el elenco, comenzando por Lucía Quintana y siguiendo por Ángel Burgos, Gabriel Garbisu y Eugenio Villota -los tres se desdoblan en varios personajes a lo largo de la función-, y en especial David Pinilla (Director de la compañía y Profesor Siletsky) y Nicolás Illoro (el Espectador, piloto de guerra, enamorado de María Tura).

Ana Garay hace un enorme despliegue de imaginación y buen gusto en su diseño de escenografía y vestuario; Carlos Torrijos siembra de penumbras y temor el escenario, y más aún cuando ilumina esa sede de la Gestapo, nido del mal en Varsovia, y Bruno Praena complementa con la videoescena la verosimilitud de cuanto se vive en las tablas de La Latina.

La propuesta es popular, sin duda, y lo demuestra el enorme aplauso que cierra la función, con buena parte del público levantado y encendido por lo que acaba de ver. Pero, lo repetimos, eso no solo le resta valor al montaje sino todo lo contrario. Muy interesante.