Crítica de la obra de teatro 'Villa': Represión, memoria, dolor y contradicciones

Una obra sobre la memoria de las víctimas de la dictadura chilena, medio siglo después del derrocamiento de Salvador Allende, 'Villa', llega a la 41ª edición del Festival de Otoño de Madrid tras su paso por el FIT de Cádiz. Escrita y dirigida por Guillermo Calderón (1971), el dramaturgo chileno pone sobre la mesa la dificultad de conciliar memoria democrática, justicia y reconciliación.

'Villa' se estrenó en 2011 y ahora ha vuelto a representarse el pasado 11 de septiembre en Santiago de Chile, en tres centros de tortura utilizados por la policía de Pinochet, antes de saltar a este lado del Atlántico.

Para trasladar al espectador el dolor de los miles de detenidos, violentados y torturados en diversos centros de detención por la dictadura de Pinochet, a Calderón le bastan tres mujeres sobre el escenario. Las tres se llaman entre sí Alejandra, no se conocen entre ellas, son hijas de mujeres que han sufrido en primera persona todas esas torturas, y han sido comisionadas, varios decenios después (muerto ya el dictador), para ver qué se hace con Villa Grimaldi, un lugar en la periferia de la capital chilena donde se instaló en 1973 y durante seis años más el Cuartel Terranova, centro de detención, tortura y exterminio de miembros de la oposición democrática y de sus familiares. En la ficción construida por Calderón, las tres mujeres barajan dos posibilidades, reconstruir la casa demolida por los militares o construir en lo que queda de ella un museo moderno. Un dilema aparentemente sencillo que, sin embargo, no son capaces de resolver entre las tres, ni dialogando ni a través de votaciones secretas. Las espléndidas actrices que las encarnan en el montaje de Calderón son Francisca Lewin, Macarena Zamudio y Carla Romero.

El montaje es austero, está despojado de todo elemento adicional que distraiga al espectador de lo esencial, los argumentos y las posiciones defendidas y cambiantes de las tres mujeres, vestidas con sencillez, sin maquillaje, en medio de una escenografía bien simple (una mesa central con dos sillas y un taburete, y a ambos lados de ella y algo más separadas, dos sillas más), y sin apoyo de espacio sonoro alguno, ya que hasta el mismo final del drama no suena melodía ni canción alguna.

Sus discusiones son crudas, cortantes, dolorosas y trasladan al espectador al horror de esos campos de tortura en donde todo valía (digo bien, "todo"), con tal de despojar a los detenidos de su dignidad, y con el ánimo de infligirles el mayor daño posible a través de las más sofisticadas, desalmadas y horrorosas torturas (violaciones con perros a mujeres incluidas).

El dolor del recuerdo, los traumas físicos y psicológicos, es difícil superarlos y, en todo caso, ese es un asunto que corresponde únicamente a las víctimas, parece concluir Calderón. Un asunto que no atañe únicamente a los chilenos, sino que se extiende a casi todos los pueblos y que, en función de su historia y su idiosincrasia, exploran diversas salidas al complejo problema de marcar un punto y final al odio, al reproche y al rencor entre facciones frontalmente enfrentadas. Con obras como esta, Guillermo Calderón se ha convertido en uno de los referentes más claros del teatro político chileno.

Ficha técnica de la obra de teatro 'Villa'

Dirección y dramaturgia: Guillermo Calderón

Asistencia de dirección: María Paz González

Elenco: Francisca Lewin, Macarena Zamudio, Carla Romero

Diseño integral: María Fernanda Videla

Producción: María Paz González

Coproducción Fundación Festival Internacional Teatro a Mil

41º Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid

Teatros del Canal, Madrid

10 y 11 de noviembre de 2023