Crítica de la obra de teatro 'War & love': pasado, presente y futuro

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miércoles 11 de enero de 2023, 07:54h

En los siglos XI y XII, Kiev fue el centro del principado Rus (término que identificaba a los eslavos orientales en la Alta Edad Media y que daría lugar al término ‘ruso’). Prácticamente desde entonces, en plena Edad Media, los ucranianos no han dejado de sentir tanto amor como odio hacia la gran Rusia. En todo caso, han buscado siempre su emancipación, vivir su propia vida. No lo consiguieron hasta que en 1991 pudieron declararse como país independiente, aprovechando el derribo del Muro de Berlín de hacía solo un par de años, y la posterior desintegración de la URSS. Ahora Putin -el próximo mes se cumplirá el primer año de guerra-, invadió por segunda vez Ucrania en muy poco tiempo y puso la guerra, no ya a las puertas de Europa sino dentro mismo del viejo continente.

Precisamente por su inequívoca actualidad, su reflexión sobre el pasado de esta y de todas las guerras, y su mirada hacia el futuro puesta en los proyectos de siete jóvenes que están en París, dentro de un encuentro juvenil europeo, para debatir el papel de los jóvenes en la construcción del viejo y nuevo continente, ‘War & love’, texto escrito por Carlos Be a partir de una libérrima interpretación de Guerra y paz, de Tolstoi, tiene una fuerza dramática tremenda que ha sabido recoger muy bien José Luis Arellano, director del montaje que estos días se exhibe en el Teatro Fernando de Rojas, del Círculo de Bellas Artes de Madrid.

"La paz no es más que una guerra que hiberna”, le dice uno de los jóvenes a sus seis compañeros durante la grabación de un vídeo en la propia ciudad de París, divagando sobre el aquí y el ahora, relacionándolo con el pasado y acaso también con el futuro. No le falta razón y muy pronto los acontecimientos van a encargarse de demostrarlo.

Una inesperada y potente deflagración provoca el miedo, la huida, la confusión entre todos los viandantes de la zona. Pronto el cielo de la ciudad del Sena se puebla de helicópteros, los servicios de emergencia se movilizan, los avisos por SMS llegan a todos los móviles de los ciudadanos para que abandonen la zona y, en lo posible, colaboren con las autoridades políticas para capturar a los culpables.

Esos jóvenes maduran más en esa hora de terror de lo que lo han hecho en los veintitantos años anteriores de su vida. Lo mismo que les ha pasado a jóvenes y niños ucranianos tras experimentar como el país vecino los atacaba con tanques, misiles y bombas. A partir de ahí, ninguno de estos jóvenes y niños puede ya ser inocente. Toda acción y toda omisión tiene siempre consecuencias. Políticas y personales, claro, como van a experimentar en cabeza propia esos siete jóvenes de distintas nacionalidades que hablan seis idiomas distintos…

Habitan a los siete personajes otros tantos actores y actrices de La Joven que, a partir de aquí, ya se suben al escenario de forma profesional. Estupendos Isabel Genis, Raúl Martín, Leyre Morlán, Alejandro Navarro, Pablo Neira, Javier Orán y Mar Roldán. Durante casi dos horas de acción continuada, de tensión creciente y de generación de ideas, afectos, envidias, amistades y enemistades, lealtades y traiciones provocadas por la guerra, el compañerismo y el amor, en apenas unos días van a verse transformados. Y, en medio de ese thriller vivido en 2023 viajarán también al futuro y echarán la vista atrás hacia la guerra que libró Napoleón contra Moscú a principios del siglo XIX, que tan bien relata Tolstoi en su Guerra y paz.

"He sentido la inmensidad de la guerra y el amor”, confiesa Carlos Be en el dossier de la obra tras su osada decisión de traer la novela de Tolstoi a nuestros días. Lo mismo sentirán jóvenes y menos jóvenes cuando acudan a ‘War & love’ y, de pronto, se vean interpelados, sacudidos por ese mar de emociones y de dudas que, de pronto, descubrimos mucho más cercanas de lo que jamás habíamos creído que pudiéramos tener.

El espacio escénico lo ocupan seis grandes prismas móviles, que los mismos actores se encargan de mover para acá y para allá, construidos en aluminio, madera de pino y acetato con diferentes acabados en todas sus caras. Genial idea la de Silvia de Marta, capaz de transportar al espectador con esas sencillas superficies a la grandiosidad de las históricas ciudades europeas, antes llenas de caballerías y soldados, y ahora a sus avenidas llenas de superpantallas luminosas y de ciudadanos embebidos por las de sus móviles, que no cesan de recibir Whatsapps.

También la indumentaria de los personajes transporta desde el París de 2023, con atuendos casual, informales, pero con un toque de elegancia, al Moscú de 1812 donde la nobleza rusa no podía dejar de mostrar su poderío ante la plebe. Una plebe que, apenas un siglo después, la obligaría a huir despavorida como ahora hacían los soldados frente a los invasores franceses. Clara Garrido y Guadalupe Valero han sido las lúcidas inspiradoras y materializadoras del hermosísimo vestuario de la pieza.

Completan el equipo artístico de la propuesta escénica Alberto Granados, autor de la música original y Paloma Parra, diseñadora de la luz, unas veces limpia, otras tenebrosa e inquietante.

Carlos Be, cada vez mejor conocedor de los recónditos resortes del dramaturgo para remover conciencias y levantar emociones, y José Luis Arellano, sabiendo trenzar con oficio e inteligencia las posibilidades del texto y las facultades, la ilusión y la energía de sus siete protagonistas, han levantado una propuesta más que interesante y que mueve seriamente a la reflexión del aquí y el ahora de las guerras para conectarlo con el ayer y el mañana. Un problema que a todos nos afecta por igual, tengamos o no un conflicto en casa, o a las puertas, porque en cualquier momento podríamos descubrirnos dentro de él.