Entre todos la mataron y ella sola se murió. Afirma uno de los más conocidos y sabios refranes. Que puede aplicarse a la perfección a la fiesta en general y a Colmenar en particular. Lo que ocurre es que en esta otrora torista y exigente localidad duele más. Sí, porque se ha convertido en una del montón, sin ninguna personalidad a la hora de los regalos orejiles, y aún menos en las exigencias de presentación del ganado, por parte de un público jaranero y orejero, como en tantos sitios. Así ha transcurrido el abono de 2022, que en estas dos cuestiones básicas de la tauromaquia sigue cayendo en picado. Y, claro, así fue el cierre de las corridas, siguiendo la tónica de los días anteriores y de ferias anteriores.
Con un encierro de Luis Algarra de escaso trapío para una plaza de segunda categoría, cuyos ejemplares unieron a su flojera generalizada un comportamiento de 'mimosín', con embestidas aborregadas y sin plantear un problema a sus matadores. El tipo de res que exigen las figuras para hacer el paseíllo y que la autoridad y el sistema permiten. Naturalmente, con unos tendidos encantados, a excepción de un nuevo grupo de jóvenes agrupados como ‘Toros de la tierra’ que pretende la colosal y utópica labor -como reza su pancarta- de que vuelva el toro y la integridad, y a excepción también de algunos aficionados sueltos perdidos entre el cotarro.
El que mejor se aprovechó estadísticamente de tanto desafuero fue Manzanares, que hasta ahora en dos décadas de alternativa había rehuido este coso, pero habrá comprobado que sus exigencias y su toro hace lustros que claudicaron. Con su toreo tan elegante como ventajista -fuera de cacho, metiendo el pico, aprovechando el viaje y en línea recta- echó en su esportón sendas orejas: una ante su flojo primer enemigo -o lo que fuera eso- y otra frente al inválido quinto de la tarde -o lo que fuera eso-.
Hazaña que repitió en su anovillado primero Daniel Luque, sustituto del aún convaleciente Roca Rey merced a su triunfo verdadero el lunes ante Mocito, el único toro que, aunque justo de trapío, tuvo un comportamiento bravo y encastado. Pero el que cerró festejo y feria, un cadáver semoviente, ni siquiera se lo permitió. Pues bien, con tantas facilidades, ni siquiera brilló Diego Urdiales, en una de sus clásicas tardes de espesura y desaliento.
FICHA
Toros de LUIS ALGARRA, muy mal presentados en conjunto, flojos, sosos y nobilísimos. DIEGO URDIALES: sllencio con algunos pitos, ovación con alguna protesta. JOSÉ MARÍA MANZANARES: oreja; oreja tras aviso. Salió a hombros. DANIEL LUQUE: oreja, ovación. Plaza de la Corredera de Colmenar Viejo. 30 de agosto. 4ª y última de Feria. Dos tercios de entrada. Al inicio se guardó un sentido minuto de silencio en el 37º aniversario de la muerte del Yiyo en este coso.
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