Manuel Molina, adiós a una figura legendaria y renovadora del flamenco

Cuando hace unos meses repasábamos desde Diariocrítico las 100 mejores canciones del pop español, recordaba a Smash y a Manuel Molina de la siguiente forma: "Una verdadera rareza en el pop español. Los Smash fueron uno de los primeros grupos que mezclaron con éxito el rock y el flamenco pero como ellos explican por derecho: "No se trata de hacer "flamenco pop" ni "blues aflamencados", sino de corromperse por derecho, y sólo puede corromperse uno por el palo de la belleza... La diversión no es el cachondeo, sino la bronca que te pega la belleza. Imagínate a Bob Dylan en un cuarto, con una botella de Tío Pepe, Diego del Gastor a la guitarra y la Fernanda y la Bernarda de Utrera haciendo compás. Y dile a Bob Dylan que cante sus canciones. ¿Qué le entraría a Bob Dylan por ese cuerpecito? Pues lo mismo que a Manuel Molina cuando empieza a cantar por bulerías con sonido eléctrico". Fundamentales a la hora de hablar de rock andaluz y rock flamenco, de Smash saldrían tres verdaderas luminarias, Gualberto García, Manuel Molina, que posteriormente formaría Lole y Manuel, y su mánager, Ricardo Pachón, figura clave desde la mesa de producción de todo este género."

Pero si Smash fue importante, sus mejores momentos, y los más recordados, llegaron junto a Lole Montoya con el dúo Lole y Manuel. Su primer disco, 'Nuevo día, publicado en 1975, es uno de los mejores y más importantes discos de la historia de la mñusica española. Su introducci´on era una gloriosa declaración de intenciones de estos dos gitanos rupturistas que se pudieron la ortodoxia por montera: "El sol, joven y fuerte, ha vencido a la luna que se aleja impotente del campo de batalla".

Un año después llegaría 'Tu mirá', su canción más conocida, que tuvo una segunda ola de popularidad cuando el mismísimo Tarantino decidió incluirla en la banda sonora de 'Kill Bill'. A pesar de su popularidad inicial, el dúo cayó en el olvido y nunca tuvo el mismo tipo de reconocimiento que la obra de otros iconoclastas como Kiko Veneno, Pata Negra o el fugaz coqueteo del más grande, Camarón, con el rock y la heterodoxia. Esperemos que su muerte sirva, al menos, para reconocer el enorme talento de este guitarrista y cantaor que abrió algunos de los caminos más interesantes de la música popular española.