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‘Kohlhaas’: la silla y el juglar

domingo 25 de noviembre de 2018, 18:14h

A la pluma de Heinrich Von Kleist, máximo exponente del romanticismo alemán, se debe el hermoso texto de Kohlhaas’, una fábula basada en un suceso real que tuvo lugar en la Alemania del siglo XVI. En el montaje se cuenta la historia de un criador de caballos, Michael Kohlhaas, que cuando se dirige a una gran ciudad con varias decenas de ejemplares para venderlos en una feria equina, tiene que atravesar las tierras de un noble que, abusando de su poder, le arrebata los dos mejores ejemplares de su recua exigiéndole, además, que si quiere recuperarlos, debe hacerse con un salvoconducto que le permita atravesar sus tierras. El documento, que el criador de caballos solicita en la ciudad en cuanto se lo permiten sus obligaciones mercantiles, es sencillamente una burla del noble contra el bueno de Kohlhaas. Pero cuando este toma conciencia del abuso, la burla y el robo de sus dos ejemplares favoritos, se ve abocado a tomarse la justicia por su mano frente a ese caprichoso y desmedido abuso de poder.

La adaptación al teatro del relato de Von Kleist ha sido llevada a cabo por Marco Baliani y Remo Rostagno, y traducida al español por Beatriz Castellary, y ha sido llevada a las tablas bajo la dirección de María Gómez, que ha simplificado hasta el extremo la puesta en escena hasta el punto de que sobre las tablas no hay más que una silla. Su acierto estriba en la elección del único actor, el italiano Riccardo Rigamonti.

Rigamonti permanece sentado durante los 80 minutos de función, sin parar de contar en un perfecto castellano la historia que relata Von Kleist, dotándola de tal intensidad dramática y emocional, y adoptando la personalidad de la decena de personajes que la pueblan con tal maestría, que traslada al espectador con una facilidad pasmosa a la Alemania del siglo XVI, llena de nobles caprichosos, ricos terratenientes, vasallos, servidores, comerciantes, jueces, soldados y gentes del pueblo que se ganan la vida como pueden –hasta una gitana vidente aparece en la fábula-, como en todas las épocas históricas que en el mundo han sido.

La capacidad gestual de Riccardo Rigamonti, su intensa mirada, sus movimientos de manos y brazos (unas veces enérgica, otras delicada, llena de ira o de impotencia…), la imitaci’on con sus pataleos de las caballer’ias o la cojera de alguno de los personajes, hacen que el actor italiano se constituya en un verdadero mago del relato, en un verdadero juglar del siglo XXI, que mantiene al público con el corazón encogido de principio a fin del relato. Y, además, un relato que no se apoya más que en la sencilla luz de Magdalena Broto, prácticamente fija durante casi todo el tiempo (cinco focos con intensa luz naranja, que luego pasa al azul cuando el comerciante es detenido y va a ser ahorcado, y finalmente un amarillo cenital cuando su vida se acaba, hasta fundir a negro con la muerte del héroe). Ni un solo apoyo musical o de efectos de sonido. Y una indumentaria totalmente negra (el actor lleva únicamente pantalones y camiseta del mismo color). El trabajo artístico es delicioso. No se puede conseguir más con menos elementos. Un trabajo ejemplar que, por cierto, nos recordó mucho al de Miguel Rellán en Novecento, y que muy pocos actores pueden dar la garantía de terminar con esa fuerza creciente a lo largo de todo el relato. El de ‘Kohlhaas’ es de esos espectáculos que nadie debería perderse.




‘Kohlhaas’

Dramaturgia: Marco Baliani y Remo Rostagno (Basado en Michael Kohlhaas, de H. Von Kleist)

Traducción: Beatriz Castellary

Dirección: María Gómez

Reparto: Riccardo Rigamonti

Iluminación: Magdalena Broto

Producción: Nadadelirios

Teatros Luchana, Madrid

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