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Cristina Casas y Anthony Pina en Polyphonia
Cristina Casas y Anthony Pina en Polyphonia (Foto: Alba Muriel)

La Compañía Nacional de Danza, con otra luz

lunes 18 de julio de 2022, 12:40h
Por Elizabel Martínez Tristá

El director de la CND, Joaquín de Luz, ha escogido para la temporada 2021/2022 en el Teatro de la Zarzuela un programa compuesto por piezas de repertorio contemporáneo y neoclásico. La primera obra en entrar en escena es de Hans Van Manen, bailarín y coreógrafo cofundador del Nederlands Dans Theatre y una institución de la Danza. De entre sus más de 120 coreografías, de Luz eligió Grosse Fuge, una pieza icónica creada en 1971, que en sus 27 minutos de duración derrocha sensualidad, al compás de la música del Cuarteto para cuerda en sol menor Grosse Fuge, de Beethoven.

Las combinaciones de movimientos que requiere este autor suelen ser complicadas de ejecutar, por lo que conviene que sus piezas sean interpretadas por bailarines solistas o experimentados. Sus obras no son fáciles de entender para un público que espere “una historia”, en su cadena clásica de introducción, nudo y desenlace. Más que narrativas al uso, cuenta las relaciones de los bailarines entre sí y con el entorno, por lo que hay que apreciar las formas humanas de contacto, las zonas de fuga, los vínculos del bailarín con la horizontalidad del suelo y la verticalidad del espacio. Su coreografía es muy simétrica, las distribuciones de los bailarines son como líneas, casi siempre paralelas, cuidando mucho los ángulos y las diagonales, en perfecta armonía. De ahí que se haya ganado el seudónimo de el “Mondrian de la danza”.

Polyphonia fue creada por Christopher Wheeldon para el New York City Ballet y estrenada en Nueva York en 2001. La música de György Ligeti es ejecutada divinamente por el pianista Mario Prisuelos. Su coreografía y el modo de jugar con la música hacen un guiño a la obra de Balanchine.

Concerto DSCH es un ballet abstracto de Alexei Ratmansky con música de Dimitri Shostakovich, su compositor favorito, broche de oro para cerrar el programa por todo lo alto en ejecución técnica, derroche de color y alegría sobre el escenario. De nuevo se aprecian aires de Balanchine en escena, con quien, salvando las distancias, Ratmansky comparte cierta experiencia vital, procediendo ambos de la escuela rusa antes de aterrizar en Estados Unidos.

Balanchine creó el NYCB y tanto Ratmansky como de Luz, han bebido de esa fuente.

Esta obra, realizada para el NYCB y estrenada en Nueva York en 2008, ya fue interpretada por la compañía nacional en 2020 en el Teatro Real.

La pieza desborda alegría porque Shostakovich compuso la música con motivo del cumpleaños de su hijo e intentaba influir en las emociones de su pueblo para sacarlos de la tristeza por los efectos de la represión de Stalin.

En 2020, de Luz eligió esta obra para ser representada tras el confinamiento, a pesar de ser una pieza llena de dificultades técnicas, del más alto nivel y, tanto en aquella oportunidad como ahora, la compañía consigue un buen nivel de ejecución. Sin duda, al igual que lo hizo Shostakovich en su momento, pensó en la función social del Arte y su capacidad curativa. Con la música en directo, interpretada por la ORCAM, el conjunto brilla y realza el cierre de la noche en la Zarzuela.

Aprovecho esta atalaya para exponer dos peticiones de los seguidores de la CND. La primera es que el director sorprenda con un programa más arriesgado. En esta ocasión ha escogido un valor seguro de Van Manen y dos piezas del NYCB que, por su trayectoria, domina.

Por otro lado, y una vez que los bailarines han recuperado los ensayos continuados tras la pandemia, que tanto ha afectado al mundo de la Danza, la forma idónea y el trabajo de grupo, toca programar Ballet Clásicos en condiciones para las próximas temporadas, con la finalidad de ir dominando un repertorio que, con el tiempo, coloque a la CND en la escena clásica internacional.

Finalmente, reclamamos una vez más a las instituciones que nuestra Compañía Nacional cuente con un teatro estable, idealmente el Teatro Real, como ocurre en el resto de Europa, y ubicarla así en el lugar que debería tener por la tradición dancística española.

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