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Así es la catedral de Justo: la obra religiosa más ligada a la fe humana
(Foto: Kike Rincón / Mdo)

Así es la catedral de Justo: la obra religiosa más ligada a la fe humana

martes 02 de enero de 2018, 09:28h
Justo Gallego, el hombre que construye una catedral en Mejorada del Campo y a quien un conocido anuncio le convirtió en un héroe hace ya muchos años, sigue al pie del cañón para finalizar su templo a pesar de su delicada salud. Encerrado entre sus muros desde hace medio siglo, nos recibe acompañado del hombre que heredará la enorme construcción que todavía muchos se preguntan cómo ha podido levantarla. En los últimos meses, se habla del futuro incierto de la catedral de Justo. Su creador, en cambio, se muestra firme en su continuidad el día que ya no pueda ver con sus ojos ver el proyecto por el que dio su vida.

A unos 20 kilómetros de Madrid y bañada por los ríos Jarama y Henares, Mejorada del Campo guarda en su legado una joya de fama mundial. Entrando en la localidad, se divisa en la lejanía una imponente construcción que no deja indiferente a nadie. Es la Catedral de Justo, un emblema del municipio y casi del mundo entero desde que en 2005 protagonizase un anuncio de Aquarius y fuese expuesta, un año después, en el MoMa de Nueva York.

Los irregulares escalones que conducen al templo predicen una entrada a una edificación religiosa que nada tiene que ver a lo que estamos acostumbrados. Atravesando la entrada principal ya es posible admirar el trabajo, todavía inacabado, que a lo largo de 55 años ha supuesto un esfuerzo 'divino' para este agricultor y exmonje, al que encontramos al fondo, tras una cristalera, escondido de los visitantes.

Al calor de la lumbre de una antigua estufa de hierro, nos recibe Justo Gallego. Acaba de cortar leña para mantener viva la llama en un día frío y húmedo en el que el viento se cuela por la cúpula de la catedral, todavía sin cerrar. Sus manos ajadas por el paso del tiempo y su afilado rostro muestran a un hombre solitario acostumbrado a vivir sin grandes lujos, solo lo necesario para sacar adelante su gran proyecto personal: "Es la fuerza de arriba no la nuestra la que nos mueve", confiesa sereno y tranquilo, ajeno a los rumores que hablan de una posible demolición de la iglesia cuando él ya no esté: "Todos los años dicen calumnias acerca de mi y de mi trabajo. Es todo mentira y existen personas que son diablos".

Acompañado desde hace más de 20 años por su confidente, amigo y compañero de trabajo, Justo insiste en que si derribasen sus paredes, "el mundo entero se echaría encima". Ángel López ratifica cada una de las palabras de su mentor, que cuando fallezca, heredará un proyecto que comenzó en 1961. "Todos los días se trabaja, de sol a sol, menos los domingos", explica mientras nos señala, a través del cristal de la caldeada habitación, la inacabada y enorme cúpula de casi 40 metros de altura, que se ha convertido en la prioridad de su trabajo diario: "Se necesita mucho dinero para cerrarla, unos 40.000 euros solo en materiales, pero una mujer que vive en Alemania nos ha donado 20.000 euros". Como este gesto solidario, reciben a menudo ayudas ya sea en forma de donativo o de materiales.

Esta edificación que ocupa casi 5.000 metros cuadrados está construida, en un 98 por ciento, según sus creadores, con elementos reciclados: neumáticos, latas de comida, cubos de cartón, vigas de hierro y otros desechos de las fábricas cercanas y lugares de construcción que les proporcionan sacos de cemento y otros materiales. Así, los capiteles de algunos pilares están construidos con cubiertas de ruedas de coches usadas que pinta para que se asemejen al color del cemento. Las cristaleras lucen una especie de vidriera que fabrica triturando vidrios de colores que dejan entrar la luz que se refleja en los frescos pintados en algunos de los muros.

Con una sonrisa que deja ver su dentadura incompleta, Justo, a pesar de las dificultades para oír y hablar, recuerda cuando comenzó a construir la catedral hace más de 50 años: "Me levantaba de madrugada, cogía el tractor y el remolque y me iba a coger en las cerámicas todos los ladrillos rotos, porque no los quería nuevos, solo me interesaban los antiguos". Y así, ladrillo a ladrillo, y sin ninguna formación arquitectónica ni técnica, dice "tenerlo todo en la cabeza", empezó a darle forma a un proyecto que parece no tener fin aunque Ángel asegura que si dispusiesen del dinero necesario, en cinco o diez años podrían finalizar los trabajos. Y con la vista puesta en ese periodo, no son muchos los que creen que Justo podrá ver finalizado su personal templo. Si las obras viesen su fin y Justo no pudiese comprobarlo en este mundo terrenal, si podrá ser testigo desde muy cerca, en el piso inferior donde ha cavado su propia tumba en la cripta de la iglesia. Allí, un rectagular agujero espera la llegada de su menudo cuerpo, castigado por el paso del tiempo y sus casi 93 años. "Todo lo que tengo es para la iglesia. El amor a Dios me llevó a construir esto. Y me da lo mismo que me vean como un loco. San Juan hizo un hospital y yo he hecho una catedral", confiesa.

Un futuro incierto

Justo gallego nació en Mejorada en 1925 y a los 27 años entró en un monasterio en la provincia de Soria. Pero años más tarde, se vio obligado a abandonarlo tras contraer tuberculosis por el riesgo de contagiar al resto de monjes. Con la enfermedad a cuestas, volvió a su tierra natal donde decidió convertir un terreno, herencia familiar, en un lugar de culto. Siempre pensó que su proyecto es un acto de fe y así lo sigue pensando. Aunque sus envejecidas manos ya no pueden cargar peso, Justo se apoya en Ángel para guiarle en el intenso trabajo físico porque sin su consentimiento nada sigue adelante. Su ayudante, que se ha convertido en su apoyo más cercano, recuerda con cariño la primera vez que piso la catedral: "Vi a Justo subido en una tabla con dos alambres y pensé, ¿qué hace este hombre ahí?. Me invitó a desayunar un trozo de pan duro como una piedra que me dijo que lo mojara en agua para que se ablandase. En ese momento comprendí que tenía que ayudarle".

Una ayuda que no llega de manera tan concisa desde los organismos oficiales. Justo nunca ha recibido financiación pública ni apoyo de la iglesia institucional, salvo muestras concretas e informales de miembros del clérigo. Con el Obispado de Alcalá de Henares, también mantuvieron contacto pero no se ha concretado nada. Y hace años, cuenta Ángel, se pusieron en contacto con arquitectos que tampoco mostraron interés. Y es que no es tan fácil conseguir permisos y licencias que legalicen esta construcción. No existen medidas ni papeles técnicos que ratifiquen que el la edificiación es segura. La incertidumbre acerca de los materiales utilizados es quizás lo que hecha para atrás a muchos de los expertos. Y aunque Justo y Ángel prometen, por activa y pasiva, la seguridad del edificio, la oficialidad de un documento continúa obstaculizando y dejando en el aire su futuro.

En su pueblo natal, no cabe duda del apoyo al proyecto de Justo. incluso desde el Ayuntamiento de Mejorada del Campo han intentado mediar para encontrar una solución a su futuro. Encarnación Martín, concejala de Urbanismo, explica que se trata de una "cuestión técnica". Aún así, todos los grupos políticos han llevado a Pleno varias mociones de apoyo. Incluso en 2014, se nombro un parque municipal en su honor. Y hace unos meses, coincidiendo con el Día del Pilar, la catedral fue bendecida y Justo recibió un diploma. Pero no es suficiente. Por esta razón, una vecina del municipio ha iniciado una campaña de recogida de firmas para que la obra de Gallego no sea derribada tras su muerte. La plataforma, creada en Change-org, está dirigida al Ayuntamiento de Mejorada, al Obispado de Alcalá de Henares y al Ministerio de Cultura.

Cansado, con la salud cada día más deteriorada y a la espera de una operación de cataratas, su voz quebrada denota que ya le hemos entretenido demasiado. Allí le dejamos, tranquilo, en el crepúsculo de su vida, al calor de la estufa de hierro y en mitad del místico templo de hormigón, plástico y cristal. Un puente construido hacia la eternidad.

Un reportaje de Susana Pérez con fotografías de Kike Rincón para Madridiario.es

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