www.diariocritico.com

Caneja y la poesía

domingo 09 de octubre de 2022, 13:24h
El verso más conocido de Caneja, el que define sus poesía y su visión de los campos de Castilla es un verso sencillo, de un surrealismo depurado "ay amigo, detrás del amarillo canta el pájaro". Valga el pretexto de un cambio en la dirección de la Fundación, ejercida hasta ahora de facto y desinteresadamente por Rafael del Valle, para hablar de algo menos conocido en el pintor palentino; Caneja y la poesía. Bienvenido Juan Guardiola, un técnico de sólido prestigio, experto en grandes eventosculturales y designado, creo entender, por un comité del que forma parte, Juan Manuel Bonet, al que nada de Caneja, ni de la Fundación, le ha sido nunca ajeno. Al parecer se ha buscado 'profesionalizar' la gestión, como puede deducirse de los 4000 euros al mes que cobra, según me dicen, el nuevo director. Con pleno derecho y legitimidad. Como derecho era hacerlo gratis et amore por parte de Rafael del Valle.

Caneja era un gran lector de poesía y admiraba los poemas de todo el 27, por supuesto, y los sonetos de Blas de Otero que conciliaba, en su opinión muy compartida y generalizada, compromiso y estética. En cambio, no le gustaban los versos de Gabriel Celaya al que por razones humanas e ideológicas tenía respeto y cariño.

De las carencias de Gabriel Celaya, los Caneja culpaban siempre a Amparitxu, su compañera, sobre todo a partir de un cuadro que le regalóJuan Manuel y la primera preocupación de Amparitxu fue indagar cuánto valdría en el mercado. Aunque, como rojo ortodoxo y comunista de libro, en alguna ocasión se había declarado antimaoista, coincidía con Mao cuando este afirmó en el Congreso de Yenam de 1943, me parece y estoy citando de memoria: "Una obra de arte, por mucha carga ideológica que tenga, carece de eficacia si antes no es arte".

Nunca se adhirió al llamado realismo socialista preceptivo en los tiempos del estalinismo, ni lo llevó a su pintura que permaneció incontaminada y purísima´. La política, por un lado; y el arte en su sitio y no como elemento de propaganda. Caneja era gran lector de poesía y escribía poesía, poemas sueltos y otros articulados en el Libro de Jubilosa, una poesía secreta.

Nunca nadie, creo, que los viera ni conociera. Pero Isabel Fernández Almansa conservaba los originales manuscritos o torpemente mecanografiados y, muerto el Canejilla, como gustaba de llamarle, tomó la decisión de apoyar creo que incluso económicamente, la edición un tanto sorpresiva por parte de Torre Manrique Publicaciones. Versos ocultos se tituló el libro, en edición reducida y no venal, hoy objeto de bibliófilos y coleccionistas.

Creo que ni siquiera su gran amigo, José Herrera Petere, poeta y novelista, hijo de un general, autor de Cenizas y de Hacia el sur se fue el domingo, poesía, y Cumbres de Extremadura, novela,tuviera conocimiento de los versos canejianos. Ni tampoco el filósofo Carlos Gurméndez, que desde un viaje por la URSS con los Caneja, fue su amigo incondicional. Tuve el privilegio de conocer un dia a Herrera Petere, en uno de sus viajes a España para ver a los Caneja, para comer en alguna taberna castiza y cultivar la melancolía de La España peregrina, según acertada expresión de José Bergamín.

A Herrera Petere un incendio le destruyó centenares de poemas y desde entonces cargaba con sus versos a cuestas en una pequeña valija que yo nunca ví. Cuando venía a España apenas salía de Manuel Cortina 11, sexto A, por miedo de encontrarse con algún cura, decía. Y siempre recordaba el nacimiento de una revista conjunta, a la llegada de la República, titulada 'En España ya todo está preparado para que los curas puedan enamorarse'. Duró un solo número, como no podía ser de otra forma. Pero se divirtieron mucho, según contaban.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (1)    No(0)

+
0 comentarios