Los mercados europeos retoman la actividad tras la festividad de Viernes Santo y Lunes de Pascua. La reapertura se produce después de la decisión del pasado jueves del BCE de reducir todos los tipos de interés en 25 puntos básicos, dejando el de depósito en el 2,25%. Este movimiento, el séptimo recorte del ciclo actual de flexibilización, refuerza la percepción de un entorno monetario más laxo frente a un contexto de debilidad económica y tensiones comerciales persistentes. El BCE justificó su decisión con un mensaje moderado, subrayando una “incertidumbre excepcional” derivada del deterioro del comercio internacional. El Consejo de Gobierno reconoció que las condiciones financieras ya no son restrictivas y dejó abierta la posibilidad de nuevos recortes si las tensiones externas persisten.
El impacto de los aranceles anunciados recientemente por la administración estadounidense ha generado una reacción defensiva del mercado: cayeron los rendimientos de los bonos europeos y el euro se apreció frente al dólar. En contraste, en Estados Unidos, la tensión entre la política fiscal de la administración y la autonomía de la Reserva Federal ha aumentado. El presidente estadounidense intensificó sus críticas al presidente de la Fed, cuestionando su gestión y sugiriendo su destitución. Estas declaraciones han elevado la incertidumbre institucional y añadido presión sobre los activos financieros norteamericanos. La curva de rentabilidades de los bonos del Tesoro reaccionó con subidas en los tramos largos y descensos en los de dos años, en línea con expectativas de recortes por parte de la Fed a partir de junio. Sin embargo, la inflación subyacente sigue siendo resistente, lo que limita el margen de maniobra del banco central.