La coyuntura económica internacional se caracteriza por un frágil equilibrio entre la desaceleración del mercado laboral en Estados Unidos y las crecientes tensiones en los mercados de deuda globales. En Estados Unidos, la reducción de vacantes y el débil ritmo de contrataciones refuerzan la percepción de enfriamiento económico, aumentando la presión para que la FED inicie recortes en los tipos de interés. Un miembro del Comité ha abogado por una acción inmediata, mientras que la presidencia de la institución reconoce los riesgos laborales, aunque insiste en que la inflación exige prudencia. Las proyecciones anticipan un repunte del desempleo y una menor creación de empleo en los próximos meses, lo que incrementa los argumentos a favor de una política monetaria más flexible.
En el plano internacional, los mercados de deuda de economías desarrolladas enfrentan una presión creciente. Los rendimientos de bonos a largo plazo han alcanzado máximos de décadas, reflejo de la preocupación por déficits fiscales elevados y la ausencia de reformas estructurales, especialmente en Japón, Reino Unido y Francia. Este deterioro ha encarecido la financiación soberana, limitando el margen de maniobra fiscal y exacerbando la volatilidad financiera. En este entorno, la política monetaria estadounidense adquiere un rol clave. Las decisiones que adopte la FED no solo condicionarán la evolución interna, sino que también tendrán un efecto arrastre sobre los mercados globales. La expectativa de recortes o aplazamientos en los ajustes influye directamente en los flujos de capital, el coste de la deuda y la confianza de los inversores internacionales.