La autoridad
miércoles 16 de septiembre de 2009, 19:46h
El verano se marchó por una alcantarilla llevándose los restos de suciedad que había en la calle, por la boca oscura se fueron las calorías y unas bolsas de plástico arrastradas por la curiosidad que provocan las primeras lluvias. Me puse la chaqueta de los plenos y me acerqué a la Asamblea de Madrid donde comenzaba el curso político. El asunto es que a los profesores quieren darles categoría de “autoridad pública”, pero sus señorías se tienen perdido el respeto y así ni hay forma, ni hay “formas”. Sucedidos como los de Pozuelo, y otras mil noches más de botellón, llevan a la idea de que hemos perdido el norte de la prudencia y que por mucha nota media que se pida en Selectividad al final nadie quiere matricularse en la Facultad de Ciencias Cívicas. Hemos creado la sociedad del egoísmo premiado donde el esfuerzo se valora poco, una cuestión que afecta a los alumnos pero también a sus padres.
El respeto se pierde de repente pero no vuelve por Ley, a respetar se aprende con el tiempo y con los buenos ejemplos. Todo lo que se elabora en la escuela tiene una rentabilidad a muy largo plazo y lo que se lleva es la sociedad de titulares que vive de noticias cortas, urgentes y caducas una vez escuchadas. Por una extraña manera de entender la vida política se abandonó el concepto de la escuela para dejarlo en un lugar muy secundario.
Años de mirar la pared en la que estaba un crucifijo y la foto de Franco nos ha creado un complejo de educadores castrados. Quizá cuando encontremos el respeto podamos decir que somos libres. Por ese camino andamos, todavía, ¡a nuestra edad!.