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¿Estamos locos o qué?

Berlusconi: para mí, eres el impresentable del año

Berlusconi: para mí, eres el impresentable del año

martes 29 de diciembre de 2009, 12:13h
 

Este periódico capitaneado por el gran jefe Fernando Jaúregui (¡qué me gusta a mí hacer la pelota!) tiene como costumbre hacer un ranking de impresentables durante todos los días del año y cuya decisión depende de los redactores. Yo no estoy de acuerdo necesariamente con ellos cada día. Unas veces sí, otras no. Cosa distinta es el resultado del impresentable del año que lo decide el pueblo. Y ya se sabe que el pueblo es soberano, aunque a veces esa soberanía escoja adorar lo más chabacano.

El caso es que esta vez el pueblo ha coincidido en algo conmigo. O yo he coincidido en algo con el pueblo, que viene a ser lo mismo. Uno de los finalistas en el apartado internacional es Silvio Berlusconi. Ha ganado por goleada Hugo Chávez pero de ése ser no me apetece hablar en demasía. De Silvio es otra cosa.

Lo he dicho ya en ocasiones. Silvio es para mí como una representación actual del Pepito piscinas ibérico en un hotel de cuarta en Benidorm en los años sesenta atacando a unas suecas. Sólo que en su caso con dinero y poderío. Y ya se sabe que esas dos cosas son atributos que a un determinado tipo de mujeres les atraen y mucho.

Berlusconi se desdobla en dos: en el hombre y en el primer ministro italiano. Como me advierte mi jefe Jáuregui que de política mejor no hable (se ve que ya son muchos columnistas dando la brasa), lo haré desde la perspectiva del macho. Berlusconi es lo más alejado que existe del prototipo de hombre que me puede gustar. Es prepotente, misógino, altivo, vanidoso, creído, déspota y, encima, putero. Y no me lo invento. Ni siquiera me lo imagino, recuerden a la velina que, bajo suculenta cifra, contó sus hazañas en televisión con el jefe en Villa Certosa. Y por si no le pudiéramos dar crédito a la muchacha, se publicaron fotos de las orgías. Políticos campando en pelotas por la villa mientras las señoritas de compañía (ninguna superaba los 25) hacían las delicias de los abueletes. Como ven, la estampa es inigualable.

Lo peor de todo esto es que los hombres como él no están en peligro de extinción. De todas las “virtudes” que le adornan, una especialmente me pone de los nervios. Y ésa es su falsa admiración por las mujeres. Los hombres como Berlusconi no admiran al género femenino sino que, muy al contrario, lo desprecian y lo ponen a la altura de una cosa; esto es que puede ser usada y luego desechada. Y para muestra un botón: ¿me puede alguien explicar sino cómo se puede elaborar una lista para las elecciones europeas con mujeres cuyos mejores atributos son unos pechos abundantes y una pinta más propia de un lupanar que de un hemiciclo? Imagínense que aquí al señor Zapatero le diera por hacer una lista de candidatas con las siguientes damas: Yola Berrocal, Malena Gracia y alguna de las novietas de Paquirrín. Pues esto hizo míster Berlusconi.

Así que por todas estas cosas y por todas aquellas que no sabemos pero podemos imaginar, con todo mi gusto le dedico mi impresentable del año a Silvio Berlusconi. Y mi gran aplauso a su ya ex mujer. Aunque, como decimos en mi tierra, “tarde piaches”.
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