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Los Veintisiete prolongan la agonía hasta el miércoles

La Eurozona evidencia que estamos ante 'sálvese el que pueda'

La Eurozona evidencia que estamos ante 'sálvese el que pueda'

domingo 23 de octubre de 2011, 18:37h
Como era previsible, no hay grandes acuerdos en esta cumbre de los Veintisiete, reunidos para analizar los preacuerdos alcanzados este sábado por el Eurogrupo y el Ecofin. Más bien se conocerán este miércoles, cuando tenga lugar el segundo Consejo Europeo. Pero lo que sí ha quedado claro es que Europa y sus desunidos países están en la tesis del 'sálvese el que pueda', antes que tomar decisiones en un bloque único que transmita firmeza al mercado y la esperanza de que Europa va a actuar de una vez por todas como el tercer mercado frente a China y Estados Unidos. Los líderes del continente siguen siendo incapaces de encontrar una postura común, que devuelva la tranquilidad a los mercados y estabilice un sistema financiero fragilizado por tener en sus balances grandes sumas en deuda soberana de los países más endeudados.
Aunque no han llegado a ningún acuerdo concreto, sí que existe un documento de conclusiones de la reunión que se limita a hacer recomendaciones genéricas. "La consolidación fiscal y la reducción de la deuda son cruciales para asegurar la sostenibilidad de las finanzas públicas y restaurar la confianza", señala el Consejo Europeo en las conclusiones, donde también se solicita una "acción decidida" para reforzar la economía, "asegurar unas finanzas públicas sostenibles y crear empleo y crecimiento".

Como dijo Jean-Claude Juncker el viernes, la imagen que la eurozona está enviando al exterior es "desastrosa". Y en esas seguimos, porque si el preacuerdo en apariencia sólido de recapitalizar los bancos con más dinero para afrontar a su vez mayores exigencias de capital parece positivo, no es menos cierto que la última palabra la tienen los bancos y no parece claro que estos estén dispuestos a reconocer un grado de solvencia que les viene impuesto desde fuera sin hacer distinciones entre la calidad de unos y otros. El acuerdo, sólo de principios, es para recapitalizar la banca europea, con una inyección de unos 108.000 millones de euros, para amortiguar el choque que supondrá además elevar el capital básico de calidad a un ratio de un 9%, desde un 5%. Y de todos modos, este plan deberá ser negociado con los bancos y luego determinar si la participación del sector privado será voluntaria o no.

Del resto de cuestiones a debatir que requieren una pronta solución, mejor ni hablar. Francia y Alemania andan -vía telefónica- viendo cómo salvar de la quema sus muebles. Y mientras tratan de desviar la atención de las agencias de calificación de riesgo hacia Ialia o de nuevo España, han introducido el esquema de aplicar una quita a la deuda griega (reducir en un porcentaje a los acreedores las posibilidades de cobro del cien por cien de la deuda) para aplicar la misma receta a otras deudas y minimizar el impacto en las carteras de inversión. Tres son los grandes problemas que a día de hoy, siguen paralizados.

El Fondo de Estabilidad, enredado con Merkel y Sarkozy

Con la ampliación del campo de actuación del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (440.000 millones de euros), los parlamentos de la eurozona han terminado por reconocer la insuficiencia de las medidas tomadas hasta ahora. Ni los rescates aprobados para Grecia, Irlanda y Portugal -que ya se han llevado casi la mitad de los recursos del FEEF-, ni, por supuesto, una posible quita de la deuda de los tres cerditos intervenidos y de los otros dos en apuros (Italia y España, los cinco PIGs por sus iniciales en inglés) han calmado a los mercados. Las apuestas, -porque hay quien apuesta por estas cuestiones tan dramáticas-, es quien será el próximo en caer: Bélgica, Francia, -que en 35 años no ha equilibrado sus presupuestos-, o España, enredada en sus elecciones generales y con avisos continuos por parte de Bruselas sobre lo inconcluso de sus reformas.

Como la prevista ampliación del FEEF tampoco cortó la hemorragia, Nicolas Sarkozy, con la triple A pendiente de un hilo y unas elecciones presidenciales en el horizonte, y también, pero menos, la Comisión Europea, habían propuesto su conversión en banco y su financiación por el BCE. Contaban con el apoyo de los países periféricos, cada vez más ahogados por la refinanciación de su deuda y el temor a que una quita tan sólo vaya a agravar la situación. Sin embargo, el recelo de Alemania, con una ciudadanía que tiene la sensación de que el dinero prestado a los estados con dificultades es a fondo perdido, ha dado al traste con la propuesta francesa. Tampoco el BCE, con el propio Trichet en cabeza, veía con buenos ojos permitir al FEEF actuar como un fondo de garantía. Esto hubiera permitido aumentar la capacidad del fondo hasta el billón de euros. Cifra muy inferior a los dos o incluso tres billones que algunos analistas juzgan necesarios (sólo la deuda italiana suma 1,9 billones).

Alemania defiende que el FEEF, dotado actualmente con 440.000 millones de euros, dé garantías a los tenedores de deuda, haciéndose cargo de entre un 20% a 30% de las pérdidas si un país entra en default, lo que impulsará a los inversores a comprar bonos de países en dificultades.De esta forma, el FEEF, actuando como una compañía de seguros, multiplicaría su capacidad, sin pedir más garantías a los Estados europeos. Pero en ese caso, Francia tiene el temor de perder su máxima nota crediticia AAA.
Qué hacemos con Grecia

La deuda griega no para de crecer y la solución parece innegociable. La cuestión es cuánto hay que perdonarle. El primer rescate a Grecia, de 110.000 millones, no fue suficiente para detener la crisis de la deuda helena, como pronosticaron muchos analistas. El segundo, aprobado el 21 de julio, sumó 109.000 millones y, por primera vez, asoció al sector privado (bancos, aseguradoras, fondos tenedores de deuda soberana griega) con una reducción del 21%. El problema es que la economía griega va a sufrir este año una contracción del 5,5% y en 2012 cumplirá el cuarto año en recesión. Las recetas de austeridad fiscal complican el papel de la demanda y, como es bien sabido, una economía que no crece no puede devolver sus deudas.

En Bruselas están debatiendo -a estas alturas- tres posibles soluciones. La primera es la recompra de la deuda. Se trata de utilizar los fondos europeos de rescate para recomprar deuda griega. La segunda propuesta, y la que cuenta con mayores apoyos, es la de reducir la deuda griega en un 50%. Los inversores perderían la mitad. Algunos analistas señalan que esto podría crear una gran desconfianza de los inversores no sólo en Grecia, sino en otros países afectados, como España o Italia.

El principio de acuerdo alcanzado ayer, pero pendiente de negociación con la banca, apunta a una quita superior al 50% (se había previsto la inicial del 21%). Para ello se requiere la modificación de los ratios de los bonos nuevos, y espaciar el reembolso, el descuento de la deuda a Grecia. Es la opción con la que partía el Gobierno de Angela Merkel, que se apuntará un nuevo tanto (Francia era partidaria de una quita máxima del 30%). Los bancos franceses, con muchos más activos de deuda soberana de los países periféricos que los alemanes, se verán evidentemente más perjudicados por una quita del 50 o 60%. En el principio de acuerdo para proponer a la banca una quita mínima del 50% han pesado los informes remitidos por la troika.
La banca, sin liquidez

Con el enconamiento de la crisis, muchos bancos europeos han tenido problemas para pedir prestado dinero con el que operar en el día a día. Los prestamistas habituales, como los fondos americanos, no se fían por la cantidad de deuda soberana que acumulan en sus activos de los países europeos con problemas. Después de meses negando que este fuera un problema central de la economía europea, los ministros de Economía de la zona euro y de la Unión Europea han decidido atacar el problema. Y, sobre todo, para restituir la confianza de los mercados.

El problema es que estos reguladores, gobiernos y altos funcionarios europeos, no se ponen de acuerdo en el tamaño del problema y en cómo atajarlo. Encima, si se fija un plan común, quizás algunos estados no tengan crédito suficiente para poder aportar a un hipotético plan común.

Cualquier acuerdo que se adopte necesita de un consenso en tres puntos básicos, según explicaba ayer una fuente en el Financial Times.Primero, los altos funcionarios han de decidir cómo se valora la deuda soberana en la contabilidad de cada banco (España aceptaría un descuento máximo del 5%). Segundo, qué cantidad de dinero necesita cada banco. Y, finalmente, recapitalizar a los bancos que lo necesiten. Una propuesta es la del presidente de la Autoridad Bancaria Europea (EBA), Andrea Enria, que advirtió que no se están haciendo nuevas pruebas de solvencia. Enria es partidario de refrescar los datos de las citadas pruebas y rebajar la deuda soberana según su cotización en los mercados secundarios. En esta línea, sería partidario de elevar el capital básico de primera calidad del 5% al 9% de los créditos. Los banqueros se quejan. Como el presidente del Banco Santander, Emilio Botín, quien hablaba esta semana de "dejar en paz a los bancos y sólo atacar la deuda soberana de los países". Aumentar el ratio de capital, aduce, obligaría a la banca a reducir los préstamos concedidos.

Y además, esta reunión no ha sido más que la antesala de una decisiva cumbre el miércoles, cuyos resultado se presentarán ante los países emergentes e industrializados del G20 en Cannes (sur de Francia) el 3 y 4 de noviembre, que les han conminado a soluciones urgentes para evitar el contagio a la economía mundial.
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