'Una nueva mujer', teatro, puro teatro en la encrucijada

 Quizá todo cambia, rápido, para que nada cambie, quizá todo cambia y nada permanece o quizá todo cambia para iniciar una huida de nuestras propias vidas. Y la mujer en la encrucijada. Lo que no está en la encrucijada es l aextraordinaria representación que Valery Tellechea y las otras cuatro actrices desarrollan en la Sala Garaje Lumiere.


 Cuando se presentan alternativas, el teatro no deja indiferente y hace reflexionar. El teatro toma el pulso de una sociedad y colabora a que se reinvente para salir adelante. Es el espejo donde se refleja lo que en la realidad no llegamos a percibir sino como una masa caótica de ideas deshilvanadas. Y el teatro llega a convertirse en el espacio del sosiego, del orden sereno de las ideas para la reflexión.


 La modernidad con su logocentrismo salta por los aires en esta propuesta de Valery Tellechea, con textos de Alfonso Vallejo, porque, aunque todo ha ido cambiando, el debate sobre la modernidad no viene por el conflicto entre ésta y la postmodernidad, que pone en solfa el camino de la razón y nos muestra sus pesadillas, sino porque a pesar de todo cambio hay cosas que no han sufrido ningún tipo de transformación: la insatisfacción por no alcanzar una vida plena, la alienación ante fuerzas contra las que no se puede luchar, el descubrimiento de haber llegado a un punto muerto y en el  que aparentemente no hay salida.


 Más allá de los avances sociales, más allá de los cambios tecnológicos siempre queda el ser humano. Ser débil que asiste llevado por una inercia irracional hacia adelante como una huida que no tiene destino. Y la mujer en un mundo donde ya ha ido tomando su propio protagonismo. Sin embargo, cuando el recorrido se convierte en un camino demasiado largo y en una carga demasiado pesada, llega la realidad: a Milagros la rutina con su pareja le llena de insatisfacción; a Amparo su matrimonio le ha llevado a un proceso de autodestrucción que parece irreversible;  Soraya, por otra parte, mujer que ha acabado varias carreras y sabe varios idiomas, es una "joven aunque sobradamente preparada" y casi sin futuro; Jazmín, que por amor deja su tierra natal, encuentra el desamor y la guerra; y Rosana, que cree que el paraíso es un pequeño apartamento cerca de la playa en el verano, se nos revela a través de su tragedia con la pérdida de su hijo y la salida de la prostitución.


 Una nueva mujer no nos refiere un sólo mensaje, es tan polifónica como la sociedad en la que viven sus protagonistas (asuntos como el matrimonio, la supervivencia, la convivencia en pareja, el conflicto entre culturas, el desarraigo, la insatisfacción personal, la prostitución y la muerte, y tantos otros se deslizan entre sus emociones) y se muestra con una voluntad hermenéutica, unas veces, irracional, otras, y sentimental, las más, con un lenguaje directo y sin pelos en la lengua para dejarse oír más allá de los muros del teatro, en el que la ironía da medida de inteligencia en su tratamiento.


 Una propuesta que no debe pasar de puntillas por los escenarios por lo que tiene de sensato buen hacer y de actualidad y en la que se nos transmite que sólo queda seguir adelante como si se diera un salto al vacío, porque aunque hay cosas que han cambiado, otras permanecen.