La verdad eterna del toreo: un hombre valiente sometiendo y creando arte y emoción frente a un animal fiero que vende cara su vida. O sea, lo que festoneó Diego Urdiales, en el cierre de la Feria de Otoño, ante 'Sevillanito', de la divisa de Adolfo Martín, al que cortó una oreja de peso. Los 'adolfos' constituyeron un encierro encastado e interesante en general, con matices, y Serafín Marín logró un trofeo, de menor enjundia, ante el último.
Si tampoco es tan difícil. Tampoco. Se trata de criar toros bravos para la Fiesta y no para las figuras. Como hace
Adolfo Martín. Y se trata de que los antagonistas de los bicornes den la cara, les puedan y se luzcan. Como realizó
Diego Urdiales. E incluso, en menor medida,
Serafín Marín. Si tampoco es tan difícil. O sí... dado las escasas veces en que se conjugan ambos factores: toro y torero. Por ejemplo en los tres festejos anteriores del abono otoñal, nada semejante ocurrió, y saltaron al encerado venteño 18 animales, ninguno bravo.
Pero, en esto llegaron
Adolfo y
Urdiales, y el binomio funcionó. Porque el ganadero echó una corrida que peleó en los caballos, y derrochó también celo ante percal y pañosa, siempre con las dificultades, y el interés, de esta divisa. El coletudo, firme y seguro, con gran expriencia en este tipo de corridas de las que rehuyen las figuras (figuritas y/o figurones), le aplicó verdad y ortodoxia tanto en redondo como, sobre todo, en dos tandas de larguísimos naturales antes de adornarse y largarle el estoconazo de la Feria.
Soñaba el riojano conla Puerta Grande, pero el quinto 'adolfo' se lesionó en una mano y salió en su lugar el prototipo del toro moderno y al gusto de las citadas figuras (figuritas y/o figurones): un zamacuco grandón y descastado del Puerto que sólo quería refugiarse en tablas y nada de pelea. Y ya se sabe que si uno no quiere, dos no riñen, así que Urdiales, enfadado por la mala fortuna de esta devolución, lo mató también guapamente y dejó en Madrid -no es la primera vez- el aroma de su poder seco y su torería clásica que merece muchísimos más contratos.
También se llevó un trofeo
Serafín Marín, por la sugestión que causó en la parroquia cuando dejó un hueco entre muleta y su espigado cuerpo y el sexto bicorne se lo echó a los lomos espectacularmente. La rabieta del catalán le llevó a torearle después con mejores redondos y algún natural que los que había alboreado antes del percance y como lo mató por arriba se llevó una oreja con algunas -justas- protestas. El catalán anduvo con dudas y precauciones en su anterior, el menos codicioso de los 'adolfos', y no llegó a acoplarse.
Claro que para las dudas las de
Uceda Leal ante el fiero cuarto, que sin un ápice de maldad, pero sí pidiendo el carnet y a pesar de la leña que le dio el picador, sembró el pánico y atropelló al badrillero
Antoñares. De modo que el madrileño nos privó de cualquier atisbo de emoción, pues lo mechó por bajo y lo mató. Eso sí, frente al primero, con el que al menos lo intentó con la muleta dejando sólo detalles, alumbró una extraordinaria serie de majestuosas verónicas rematadas con un media barroca.
FICHA DEL FESTEJOCinco toros de
ADOFO MARTÍN, con el trapío y seriedad del enacaste, encastados excepto 3º, y justos de fuerzas. 5º, sobrero, de
PUERTO DE SAN LORENZO, con volumen, descastado.
UCEDA LEAL: silencio;pitos.
DIEGO URDIALES. oreja tras aviso; ovación.
SERAFÍN MARÍN: silencio; oreja. Plaza de Las Ventas, 5 de octubre, 4ª de la Feria de Otoño. Casi lleno.
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