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Albert Rivera habla de una segunda transición...¿liderada por él?

Albert Rivera habla de una segunda transición...¿liderada por él?

domingo 17 de mayo de 2015, 18:36h
Albert Rivera dijo este domingo, en su primer acto central de campaña en Madrid -y el último antes de la jornada de cierre electoral--, algunas cosas que no se le habían oído en sus mítines anteriores: por ejemplo, que "es momento de que los cuatro proyectos nacionales tengan que compartir, hablar de España; eso que pasó en la transición, tenemos ahora que ponerlo encima de la mesa". Una sugerencia sobre lo que puede ocurrir tras ese 24 de mayo en el que todos creen que los pactos serán sustanciales. Y de pactos habló, por supuesto, con la claridad que le caracteriza: "va a ser difícil llegar a acuerdos si hay señores que no entienden que España está cambiando".
En un viejo teatro, de los pocos que quedan aún en la madrileña Gran Vía, Albert Rivera congregó a algo menos de un millar de personas -que llenaban el aforo-- para decirles que "al que le guste cómo van las cosas, que siga votando al PP o al PSOE; el que esté insatisfecho, que vote al cambio". Y con este eslogan, 'el cambio', es con el que se presenta la formación 'naranja' a la que los sondeos miman, colocándola como posible árbitro de la situación política futura: aquel a quien apoye Ciudadanos, tendrá el poder; a quien Ciudadanos combata, que se dé por perdido.

 
Rivera, precedido por un vídeo épico y con una presentación muy personalista, trata de no mostrarse prepotente, sino realista: ""Ciudadanos es la segunda o la tercera fuerza política, según dónde". Sabe que pactar con su partido dará la llave del poder a los Populares -a los que critica bastante en su recorrido por toda España-o a los socialistas, que, en teoría, parten como segundos, tras el PP, en los sondeos de una mayoría de autonomías y ciudades importantes.
 
El presidente de Ciudadanos presentaba a sus candidatos a la presidencia de la autonomía madrileña, Ignacio Aguado, y a la alcaldía de la Villa y Corte, Begoña Villacís. Dos rostros muy nuevos, que evidencian su falta de vuelo en la política 'tradicional' y que, por eso mismo, son espontáneos y atractivos: Villacís confesó que el de este domingo era su primer mítin importante. Así que, cuando Rivera interviene -y eso ocurre no solamente en Madrid, desde luego-como encargado de cierre de mítin, se notan sus doce años de político en activo: entusiasma a sus seguidores, les subyuga con su verbo directo, en el que no esconde problemas ni se acoge a subterfugios. Excepto, claro, cuando se trata de sacar patas que ha metido, inevitablemente, en la campaña: ahora habla mucho del papel decisivo 'de nuestros padres y abuelos' a la hora de traer la democracia, consolidar el estado de bienestar y equilibrar la economía. Quizá quiera hacer olvidar el ninguneo al que sometió a 'los mayores' nacidos antes de 1978, a los que consideró como incapaces de llevar a cabo una labor regeneracionista de la política española.
 
 Se diría que Albert Rivera quisiera liderar esa segunda transición, cual un nuevo Adolfo Suárez, aunque él no venga del poder, sino de una tenaz oposición. El viene de la difícil prueba de Cataluña, donde ha logrado situarse en las encuestas al frente del antisecesionismo, barriendo de este papel a los 'populares'. El quiere, como Suárez, luego como Felipe González,  'el cambio', ahora  frente al 'inmovilismo' (él nunca lo llama así) de Rajoy. De momento, sabe que su papel, sin duda clave, será el de árbitro. O, quién sabe, el de bisagra, palabra que he comprobado personalmente que le saca de quicio.
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