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Miguel Ríos: “En España, la música fue el resorte emocional de la transición a la democracia”
(Foto: EP)

Miguel Ríos: “En España, la música fue el resorte emocional de la transición a la democracia”

lunes 08 de junio de 2015, 18:51h
Sin él, sin su música, sería imposible entender nuestra historia más reciente. Con apenas 16 años, las necesidades familiares le obligaron a cambiar el bachillerato por el oficio de dependiente en una tienda de tejidos en su Granada natal. Miguel Ríos (1944) aprendió ya entonces que no es lo mismo hablar de percal, madapolán, chintz, calicó, popelín, oxford, organdí, madrás, cretona o franela. No pudo acudir tampoco a la universidad, pero la vida, los estudios de grabación y los escenarios lo han doctorado en ‘rock and roll’. Cierto, porque ‘Rock&Ríos’ es un binomio que ha quedado absoluta e indisolublemente unido en la historia general y en la historia de la música en España, después de que uno y otro no pudieran ni quisieran separarse en más de medio siglo continuado de amor y convivencia.
Sin pelos en la lengua, en 2013 Planeta le publicó ‘Cosas que siempre quise contarte’, su primer libro, fruto de toda una vida dedicada a la música. En él, Miguel abre el prólogo con una cita de Antonio Gamero: “No les cuentes las penas a tus amigos; que los divierta su puta madre”... De ahí en adelante, al rockero no le importa abrir las ventanas de su vida y el lector discurre tan entretenido como sorprendido por la sinceridad del cantante y compositor, que habla de sus orígenes granadinos, la familia, sus lecturas autodidactas, sus viajes, sus aventuras de faldas (que, por cierto, no fueron pocas ), los coqueteos constantes con las drogas, la cárcel, sus amigos, Madrid y el Price, las grabaciones, América, los conciertos… ¿Qué queda después de todo eso en esta nueva etapa de júbilo del legendario rockero? Hemos querido averiguarlo en primera persona y, como él mismo dijo, nuestras preguntas van a ir ‘Directo al corazón’…



J.M.V.- Hay quien cree que hablar de ‘cultura del rock’ es una contradicción en sí mismo, que los términos ‘cultura’ y ‘rock’ son antónimos. ¿Qué le dirías tú a quienes piensan así?

M.R.- Estaría mejor hablar de ‘cultura popular’. Pero si la cultura es un conjunto de conocimientos, como dice el diccionario y tiene que ver con la evolución del ser humano, como sostiene la ciencia, no veo porqué el rock no puede entrar en esa calificación. Dylan es Príncipe de Asturias de las Artes.


¿Qué se siente cuando uno está ahí arriba, sobre un escenario y haciendo vibrar a miles de personas?

Es como estar en el centro del huracán emocional. La función del oficiante es que la gente lo pase realmente bien y cuando siente que lo consigue y se enchufa a la corriente afectiva, a volar. Pero las canciones tienen compases, textos, melodías y no puedes dejarte ir del todo. En el equilibrio está el disfrute.


Ser músico, ¿es lo más hermoso del mundo?

Es un gran oficio. La pena es que cada vez hay menos oportunidades para vivir de la música.


Los cientos de kilómetros rodando, el cansancio, el sueño, la soledad profunda de ciertos momentos, es la otra cara del éxito. ¿No ha habido ningún momento en tu carrera en el que todo eso haya pesado tanto que hayas estado a punto de dejarlo todo?

Bueno, al final dejé las giras. Pero hay muchas más razones que las que apuntas para bajarte del Blues del autobús y todas son personales e intransferibles.


La retirada de un rockero es como la de un torero. Se va de la pomada, pero no del arte… ¿Qué tal estos últimos años?, ¿de verdad que ‘¡Bye, Bye, Ríos!?

Los últimos años he diversificado mis actividades, pero a pesar de que hago muchos bolos, son todos solidarios y esporádicos. No tengo intención de volver a la carretera.


¿Qué tenían Granada y Madrid cuando viniste a la capital por primera vez, que no encuentres ahora en ellas. Y viceversa, ¿qué tienen ahora tus dos capitales de referencia que no tuvieran entonces?

Cuando miras una ciudad con 17 años es muy diferente a cuando la vives con 71. Curiosamente mis dos ciudades, como dices, siguen guardando el mismo paralelismo en las semejanzas que les descubrí cuando llegué por primera vez. Sus sierras siguen estando nevadas y a la misma distancia, una es “rompeolas de todas las Españas” y la otra, “los dos ríos de Granada uno llanto y otro sangre”, según sus poetas más célebres. Una vida da para mucho cambio pero las dos siguen manteniendo su personalidad y su belleza.


‘Cosas que siempre quise contarte’, tu primer libro, y de memorias: Desde la atalaya de tus 70, ¿qué hay de nostálgico en escribir un libro como este, y qué de trágico, en el sentido etimológico de la palabra? (Lo digo porque uno se sabe ya mucho más cerca del final que del principio, claro…)

Ni lo uno ni lo otro, supongo. Mi motivación para escribir sobre mi vida obedece más a motivos prácticos que espirituales. Tenía un contrato, un adelanto cobrado, una historia estupenda y muchas ganas de escribir algo más largo que un artículo. Además estrenaba jubileo…


Por cierto, y hablando del final.: ¿hay vida después de la vida o crees que todo se acaba con el último suspiro del hombre?

He caminado por bastantes caminos espirituales desde que comprendí de adolescente que la religión que me ensañaban los curas no podía ser la verdadera. Demasiada injusticia y dolor por algo que no había hecho. He picado en alguna disciplina oriental, alguna “enseñanzas de Don Juan”, y algún que otro sucedáneo “transcendental”. Pero ahora me he convertido en un ser más materialista y creo que después de este “valle de lágrimas” solo existe el confortable abrazo de la nada. Pero vete a saber…


Tienes seguidores entre tirios y troyanos, entre la izquierda y la derecha, entre los descarados y los tímidos, los homo y los heterosexuales… ¿Qué tiene la música para ser capaz de conectar con el público muy por encima de las diferencias de criterio y de ideologías?

Lo único que puedo decirte es que siempre he querido ser querido y la música es el vehículo ideal para conectar más allá de los prejuicios.


Tuvieron que pasar 20 años desde que iniciaste la carrera en los escenarios para que los españoles asistiéramos masivamente a verte tocar en ‘Rock &Ríos’. Te hemos visto muchas más veces, pero esos conciertos no podremos olvidarlos jamás ¡Dios, qué banda tenías detrás…! ¿Crees que esa gira fue el zénit de tu carrera o ha sido alguna otra?

Parece ser que así piensan la mayoría de mis seguidores. Yo, que he vivido todos los días de mi vida, recuerdo muchas noches de gran conexión. La Big Band, los Hologramas, el Rock en el ruedo… Pero en lo que estoy de acuerdo es en la valoración que la gente y la crítica han hecho sobre el talento de los músicos con los que he tenido la suerte de compartir las emociones de las noches del verano.


¿Es posible que el rock pueda madurar aún, después de tantos años de recorrido…?

Por supuesto. Pero sin olvidar que la búsqueda de la originalidad es el reto. Todo se reinventa, todo renace sobre el detritus de lo vivido.


Micky y los Tonys, Los Pekenikes, Los Estudiantes, Bruno Lomas, Lone Star, Los Mustang, Miguel Ríos… ¡Vaya una generación de rockeros en España! ¡Irrepetible!

Pues sí. Tuve la suerte de poder reunir a muchos de ellos en el programa de televisión “Qué noche la de aquel año”.


Granada: ¿Qué tiene la tierra chica que a uno acaba siempre por atraerlo?

Supongo que el ser humano sigue conservando algunos de los atavismos que conformaron nuestra especie. Al final, tu ciudad es lo más cercano al útero materno. Es una forma de cerrar el círculo.


Te veo en plenas facultades, pero de cara al futuro,… ¿a qué le temes más, a la limitación física o a la intelectual que, inevitablemente, trae consigo la edad?

Al ridículo. Solo le temo a la inconsecuencia. Lo demás vendrá cuando venga. Espero que tarde…


Dime, en unas pocas líneas, lo que te gustaría que figurase en los libros de historia de la música en España, sobre lo que ha significado Miguel Ríos en estos últimos 50 años

¿Qué quieres que te diga?, eso es algo en lo que nunca pienso. Prefiero el presente.

Por último, hazme un diagnóstico de la música en estos casi 40 años de democracia, y qué te imaginas que puede ser de ella en las próximas décadas

Mucho me pides como final. Creo que la música fue el resorte emocional de la transición a la democracia. Y ahora es, para mucha gente, un producto de usar y tirar. Solo la gente que vive la pasión de un buen tema y que tiene la grandeza de la admiración, será la que salve el espíritu eterno de la música.



Un rockero honesto

Siete décadas de vida y más de cincuenta años dedicados al rock que -profesionalmente- tuvieron su colofón en un último concierto en Guanajuato, México, y que están acertadamente sintetizados en uno de sus recopilatorios, ’45 Canciones esenciales. Antología audiovisual’, 3 CDS con canciones seleccionadas por el mismo Miguel, y un DVD con algunas de sus actuaciones en televisión y en conciertos (http://www.miguel-rios.com/web/biografia.html).

Un hombre que ha sabido siempre convivir con sus contradicciones y cuya trayectoria posiblemente se pueda resumir con una sola palabra: honestidad. Virtud esta poco frecuente en una tierra -la española- llena de presuntuosos y advenedizos, que rezuma en sus ‘Cosas que siempre quise contarte’, que consideramos de lectura obligada para rockeros y amantes de la música, en general, y para aquellos que busquen un modelo de memorias alejadas de la hagiografía propia, en particular.

En su libro, Miguel Ríos retrata su trayectoria profesional y vital con un sinfín de anécdotas, amores y desamores, triunfos y batacazos, su experiencia carcelaria, sus viajes, sus encuentros con mil y un personajes del mundo artístico, intelectual o político (Serrat, Víctor Manuel, Ana Belén, Sabina, el rey Juan Carlos, García Márquez o Saramago, entre muchísimos otros…), y sobre todo, unas páginas repletas de un extraordinario sentido del humor, el que ha presidido siempre la vida del artista.

El cantante, compositor y showman que, probablemente, no habría sido el estandarte del rock en español si un día no hubiera escuchado a Elvis Presley cantar el ‘Rock de la cárcel’ sin llegar a sospechar, siquiera, que él mismo iba a cantarlo años más tarde, “...Aquí en la prisión” pero de Carabanchel. Y menos aún en soñar que Presley y él mismo, Miguel Ríos, son la prueba empírica de eso que este último cantó en uno de sus muchos, variados y antológicos conciertos, y que da título a uno de sus álbumes: ‘Los viejos rockeros nunca mueren’.

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