Colmenar Viejo recuperó el toro en una feria interesante y triunfalista

Vaya una cosa por la otra. Porque lo importante de la Fiesta de los toros es, claro, el toro, auténtico protagonista al que se enfrentan los toreo, cuyo papel es el de antagonistas. Poco importan los óbolos presidenciales de un pésimo usía como Justo Polo -no peor que sus antecesores en el palco-, ya que al fin y a la postre, semejnates regalos acontecen en todas partes incluidas las plazas de segunda categoría como La Corredera. Sin embargo en estas plazas, además de regalar las orejas, lo hacen ante bureles sin trapío ni pitones.

Y trapío y pitones cascabelearon los encierros de Alcurrucén, del que sólo se lidiaron dos, por la enorme tormenta que obligó a la suspensión el domingo a cuya muerte fueron silenciados Juan Bautista y Daniel Luque, quedando inédito Juan del Álamo, y de Valdefesno, al que se enfrentaron Sebastián Castella, Miguel Ángel Perera y Morenito de Aranda este lunes como broche al serial.

Fallos a espadas

Entre todos cortaron tropecientas mil orejas -la verdad es que fueron 5- y hasta un rabo, que llevaba sin concederse varios lustros en Colmenar. El más afortunado fue Perera, ante un bicho noblote y repetidor, como todos sus hermanos, el quinto, 'Buscatoro' -vaya nombrecito-, al que dio pases de todas las marcas, varios de ellos dignos de encomio, otros con el toreo moderno de suerte descargada y pico muleteril. En cualquier caso, una faena espectacular que caló hondo en el cotarro, y más en ese mal presidente que es Polo, que tiró de moquero blanco par alos trofeos y de azul para 'Buscatoro', a pesar de que acabó rajado.

Perera ya había logrado otra oreja facilonga con sel segundo, de similar catadura, tras una labor que gustó menos y rematada con un horroroso sartenazo en los bajos, lo que no fue óbice ni cortapisa para que ese mal presidente que es Polo le endilgara un trofeo que casi nadie pidió. ¿A quién defiende la autoridad? A los aficionados y al reglamento no. O sea que...

También Castella sacó boleto premiado de la tómbola orejil con una faena ortodoxa y valiente pero sin gran brillantez a su segundo, y lo mismo habría sucedido con el que abrió festejo, al que mató tarde y mal. Claro ni tan tarde ni tan mal como Morenito de Aranda, que festoneó lo más artístico con percal y flámula de todo el abono, incluso con el tercero, el único con los problemas de la casta, pero que falló repetidas veces con las armas toricidas.

Paradójicamente el encierro de menor presencia fue el de la novillada inaugural, de la divisa de Nazario Ibáñez, con la que empataron a un trofeo David de Miranda, el local Ángel Sánchez -de muy buenas maneras, pero verde dado lo poco que actúa- y Álvaro García. En resumen, que los nuevos empresarios han devuelto a Colmenar a las figuras, lo que es noticia, pero mucho más lo es que estas hayan aceptado enemigos con el trapío que siempre caracterizó a Colmenar. Que sea para siempre. Y olé.