En Europa, como recuerda Automotive News, parece que hay más posibilidades de que un cliente se compre un Mercedes, un Audi o un BMW que un Citroën, un Fiat o un Toyota. Mercedes, Audi y BMW coparon el 17% del mercado en el Viejo Continente el año pasado, frente al 10% de hace veinte años.
Se puede decir que las tres marcas han triunfado a la hora de “democratizar” el lujo, pero sin sacrificar ni ganancias ni márgenes. ¿Cómo? Pues sacando modelos más pequeños, dirigidos a quienes compran coches de marcas de volumen. Pero también creando nuevos segmentos, como el esa mezcla de cupé y SUV que es el BMW X6, o el CLS de Mercedes, también una mezcla entre cupé y sedán.
Las marcas consideran que las aspiraciones de la gente son ahora mayores lo que, junto a la recuperación económica, quiere decir que el lujo es un segmento totalmente adaptado a los momentos que estamos viviendo. Todo ello, sin que su imagen de exclusividad se diluya. Por ejemplo, Mercedes no representa el 2% de todas las ventas de coches en el mundo. Además, Mercedes y BMW siguen ocupando la segunda y tercera plaza en reputación de marca, por detrás de Toyota.
El margen es otra de las claves que indican que las cosas se están haciendo bien, y que ese aumento de ventas, que esa “democratización”, lejos de influir negativamente, está impulsado la rentabilidad, que se sitúa en un 10%, muy por encima de lo que registran las marcas generalistas.
Las marcas de premium se están beneficiando globalmente, al tiempo que la demanda se polariza, tal y como está ocurriendo en la industria de la moda o de la alimentación.