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Crece la frustración en el PSOE con un equipo negociador sorprendido de nuevo por otra treta de Iglesias

> La consulta a las bases de Podemos rompe la estrategia de Sánchez > El líder socialista prefirió seguir desde su despacho la primera y última reunión de su alianza ‘a tres’

viernes 08 de abril de 2016, 21:46h

La consulta a las bases de Podemos sin esperar ni a un borrador de pacto ha descabalado la estrategia de Pedro Sánchez, al que se reprocha internamente en algunos sectores del partido que ni siquiera asistiera a la primera y última reunión de su proyecto de ‘tripartito’. Prefirió seguirla desde su despacho junto a César Luena. En las filas socialistas crece la frustración al ver que el partido de Pablo Iglesias marca de nuevo el paso de las negociaciones y deja en evidencia a un desvalido Antonio Hernando y el equipo negociador del PSOE.

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Crece la frustración en el PSOE con un equipo negociador sorprendido de nuevo por otra treta de Iglesias
(Foto: EP)

Podemos se ha levantado de la mesa y ha dejado al secretario general de los socialistas a expensas de un ‘referéndum’ que Pablo Iglesias ha convertido también en algo personal al ligar -al menos aparentemente- su futuro al resultado. Es decir, que Pedro Sánchez dispone de menos de una semana -el 14 empiezan las votaciones- si quiere ser presidente.

Porque ese resultado que busca Iglesias es un rotundo ‘no’ y un órdago para que el PSOE cruce sus líneas rojas para pactar la única salida posible si quiere gobernar: la “vía del 161” que defendió el líder de Podemos en el Congreso frente a la “del 199” del candidato socialista.

La de los más de 250 que propugna Rajoy y aún busca Albert Rivera -la gran coalición- es una quimera, para Sánchez un trago aún más doloroso que el que le pide Iglesias. Haga lo que haga, nunca llevará la voz cantante entre los dos. Su problema es que la alternativa -las urnas- puede ser aún peor.

Sánchez, presidente o ¿candidato?

El desastre estratégico para Sánchez es total porque la repetición de las elecciones incluye en su caso un elevado riesgo de que no sea su cara la que figure en los carteles del PSOE.

Y de momento Susana Díaz no ha desmentido las informaciones -OKDiario dio la primicia- que anuncian desde hace semanas la candidatura de la presidenta de la Junta de Andalucía en las primarias que, si o si, celebrará el PSOE el 8 de mayo. Aunque, ojo, sólo en el caso de que se convoquen de nuevo elecciones generales.

Hay un ‘pequeño’ problema: si Díaz ha decidido realmente presentarse a las primarias para liderar el partido deberá hacerlo público el próximo 14 de abril, límite del plazo para la presentación de precandidaturas, es decir, antes incluso de que se celebre la consulta en Podemos.

En el mejor de los casos, estirando el reglamento y el calendario aprobado por el PSOE, podría retrasarlo hasta el 25, último día para la recogida de avales, algo que la secretaria general de la Federación Andaluza puede solventar en un suspiro.

Una apuesta arriesgada ya que hasta el 3 de mayo no habrá absoluta certeza de la convocatoria de elecciones. Obviamente, si Susana Díaz confirma su candidatura para desbancar a Sánchez antes de esa fecha, el ‘equipo negociador’ del PSOE dejará de tener sentido. Empezará otra carrera, la del 8 de mayo en que se ha convocado a la militancia socialista.

La situación que se crearía complicaría aún más el tablero político porque, aunque microscópica, existe la posibilidad de que Sánchez consiguiera en esos últimos días de plazo apoyos para formar gobierno. Lo que plantearía un doble dilema: si es con el PP, ¿se retiraría Díaz? Y, si es con Podemos, ¿qué votarían los diputados andaluces del PSOE?

Susana Díaz podría hacer como Feijóo

La ‘operación Susana’ viene avalada por fuentes en teoría de la máxima solvencia, pero otras consultadas por Diariocrítico dibujan un panorama muy distinto.

En primer lugar advierten de que muchas informaciones proceden del lobby susanista encabezado por un diputado cuyos movimientos sigue atentamente el implacable secretario de Organización, César Luena.

En segundo lugar, que la filtración interesada de sus contactos con la vieja guardia y algún damnificado del desastre electoral del 20D -como Eduardo Madina- no ha gustado nada a otros barones, especialmente los que gobiernan con, o gracias a, Podemos y sus socios.

Segar la yerba bajo los pies de Sánchez en plenas negociaciones ha sido una jugarreta demasiado sucia, propia del ‘viejo’ PSOE que se resiste a dejar de mover los hilos desde la mesa de alguna cafetería del centro de Madrid.

Y, en tercer lugar, que el resultado de la consulta sobre el acuerdo con Ciudadanos se debe a la disciplina de una militancia más sensata que alguno de sus líderes, pero que como advirtió el propio Pedro Sánchez en su discurso de investidura, es mayoritariamente partidaria de un Gobierno de izquierdas. Susana Díaz, identificada como la ‘amiga’ de Mariano Rajoy y más proclive a pactar con el PP, podría llevarse un chasco en las primarias.

Si Susana Díaz es la gran política que dicen, esperará como Alberto Núñez Feijóo al próximo tren, que seguramente llegará mucho antes de los cuatro años de legislatura. Nadie da más de año y medio al Gobierno que consiga formarse tanto ahora como después del 26J. Ella, además, es diez años más joven que el presidente gallego.

Arriesgarse sería absurdo desde el punto de vista de Díaz. Sánchez se va a meter en un infierno si consigue ser presidente, tanto si es con Ciudadanos como si es con Podemos o con el PP: con 90 diputados tendrá que negociar hasta para hacer una fotocopia. Con suerte, la andaluza podrá en un par de años ejercer de salvadora cuando se consume el desastre que vaticinan los agoreros.

Rajoy se irá “cuando toque”

O no. Como reza la famosa coletilla de Mariano Rajoy, del que depende realmente lo que suceda en las próximas semanas. Tanto si se queda como si se va, que ya se irá, pero “cuando toque”, otra de sus frases favoritas. Será pronto, en cuanto vea si finalmente se carga de un plumazo a alguno de los principales adversarios políticos del PP. Quiere dar paso a su sucesor entre vítores, no entre gritos y susurros.

Rajoy sabe que, sólo con estar ahí, condiciona los movimientos de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, temerosos de que las urnas les hagan pagar su falta de acuerdo. Si en algo coinciden las encuestas es en que ninguno de los dos saldría beneficiado de otra pelea fratricida en las urnas.

Sobretodo el socialista, que ni siquiera tiene garantizada la candidatura, con lo que el líder del PP podría ver en breve pasar por delante de La Moncloa el cadáver -político, por supuesto- de la persona que se atrevió a poner en duda su decencia y su honradez. Para él es una cuestión personal.

Y si de paso cae Pablo Iglesias, cosa mucho más improbable, habría descabezado a dos de los grandes partidos de un plumazo.

Rivera, entre la espada y la pared

A Albert Rivera tampoco le interesan unas elecciones en las que se ve destinado a sumar escaños suficientes con el PP para poder formar Gobierno. Según los últimos sondeos, entre ambos partidos se quedan a un par o tres de escaños de la mayoría absoluta.

Entre la espada y la pared y unas encuestas que lo mismo le dan 20 escaños más que se los quitan, Albert Rivera ya no puede ‘vender’ de lo de que no apoyará a nadie, no entrará en ningún gobierno y otras promesas de la pasada campaña electoral.

Para Ciudadanos, presentarse con su acuerdo con el PSOE por delante les puede dejar sin la mitad de sus votantes; hacerlo como la ‘marca blanca’ del PP, y no digamos si Rajoy sigue siendo el candidato -que lo será-, puede ser directamente un suicidio como partido.

Para Alberto Rivera, las urnas del 26J serían una ruleta rusa. Ya lo comprobó el 20D, cuando la bala falló por poco.

El PP no tiene prisa

Para Rajoy, lo ideal es la repetición de las elecciones. Aunque el PP se quedara finalmente en la oposición, seguirá siendo el más votado, mantendrá el veto constitucional y ganará tiempo para que el partido se recomponga. Como mínimo es otra oportunidad.

El aún presidente en funciones, el más longevo en el cargo desde la Transición, también es de los que creen que cualquier alianza entre los otros tres grandes partidos -ahora o después del 26J- será efímera y su sucesor no tendrá que esperar mucho para intentar recuperar La Moncloa.

Si hubiera que dar un paso al lado, Rajoy lo daría. Lo afirma uno de esos teóricos aspirantes, consciente de que es cuestión de unos pocos meses y un relevo ahora no desbloquearía la situación.

El PSOE nunca apoyará un gobierno del PP, ni el PP puede hacer presidente a Pedro Sánchez ni apelando a la razón de Estado. España tampoco está al borde del abismo y sus votantes jamás se lo perdonarían.

En el orden interno, lo de elegir un nuevo líder y dar la vuelta a un partido con su imagen por los suelos y una estructura que hay que renovar de arriba abajo, no está tampoco nada fácil. Rajoy no ha permitido que nadie le haga sombra ni sobresalga más de lo necesario salvo en los casos que él ha querido, por lo que nadie ha acumulado poder suficiente para imponerse en un partido con muchas ‘sensibilidades’.

Habrá primarias en el PP, pero los candidatos con posibilidades reales serán sus ‘elegidos’ durante estos años: Soraya Sáenz de Santamaría, Cristina Cifuentes, Pablo Casado y, no hay que descartarlo todavía, Alberto Núñez Feijóo.

La ventaja de Mariano Rajoy sobre sus adversarios es, precisamente, no estar condicionado por su futuro político. Simplemente porque no lo tiene.

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