La semana pasada, previo a la reunión del BCE, los responsables políticos de la entidad se reunieron para tratar de exponer su preocupación sobre los riesgos inflacionistas, pero, según fuentes cercanas a la reunión, sus planteamientos fueron rechazados por el economista jefe del BCE en un debate inusualmente intenso.
Los bancos centrales de todo el mundo, incluida la Fed de EE.UU. han reconocido que la inflación puede ser más persistente de lo que se pensaba, pero el BCE ha mantenido su posicionamiento de que el incremento de los precios volverá a caer por debajo del nivel objetivo a finales de 2022. En lo que se describió como una reunión tensa, un número significativo de los asistentes al encuentro cuestionaron la calidad de las proyecciones del BCE, señalando que la inflación corría el riesgo de terminar 2022 por encima de las expectativas del BCE.
Una de las fuentes dijo que muchos querían reconocer los riesgos alcistas, pero que el economista jefe, presionó con fuerza, y se alcanzó un consenso para señalar “un pequeño riesgo al alza”, pero que ni siquiera eso se reflejó en la declaración.
La presidenta, lo más cerca de estuvo de este reconocimiento fue cuando dijo “posiblemente existe un riesgo alcista” en respuesta a una pregunta de un periodista. Aunque no ha trascendido, se sabe que, aunque la presidenta buscaba el consenso, los gobernadores de los bancos centrales de Alemania, Austria, Luxemburgo, y Bélgica, éste último sin derecho a voto, se opusieron a las medidas aprobadas por el BCE. Desde la reunión del jueves, los gobernadores de los bancos centrales de Alemania, Portugal y Lituania advirtieron en público que la inflación corría el riesgo de superar la proyección del BCE.