El vicepresidente Solbes, allanándole quizás el camino a Zapatero para su comparecencia hoy en el Congreso, se ha lanzado a reconocer lo que venían adelantando desde hace dieciocho meses los índices elaborados por técnicos de su propio ministerio y todos los expertos que analizan día a día las cifras y los comportamientos. Finalmente, no le ha quedado más remedio que reconocer que nos esperan trimestres de débiles crecimientos, alta inflación, tipos de interés más altos y más paro.
En todo caso, y como si algo desconocido le impidiera ser absolutamente realista, el vicepresidente ha añadido que si el petróleo y los alimentos cambiaran el rumbo actual de alzas en sus precios, la economía española podría retornar a sus crecimientos potenciales allá por 2010. Aquí sin duda está la parte increíble del discurso, ya que no se sustenta en tesis realistas. Es como si todo lo porfiara a un ente superior.
Todos los expertos han pronosticado que la crisis de los alimentos va a durar bastantes años y precisamente en Madrid estos días los productores de petróleo han advertido de que la crisis no ha terminado ni mucho menos. El empeño de Solbes y del Gobierno en achacar todos nuestros males a cuestiones externas no es del todo verdad y basar la salida de la crisis en los cambios que se puedan producir en esos factores además de ilusorio es, según todos los análisis, incierto.
Sin duda Solbes, va a acercándose a la verdad. Eso sí con cuentagotas y metiendo algunas "morcillas". La cuestión sigue siendo por qué nos engañaron y por qué nos siguen engañando. Sobre todo si las medidas que están tomando saben a ciencia cierta que no son en la mayoría de los casos las que la economía española necesita y porque ninguna de ellas va al origen de los problemas que están haciendo de España uno de los países más vulnerables.