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La mujer de la toalla de al lado hace viral su carta a la 'chica del bañador verde'
(Foto: EFE)

La mujer de la toalla de al lado hace viral su carta a la 'chica del bañador verde'

viernes 08 de julio de 2016, 13:09h

Llega el verano y con él, las playas y piscinas se convierten para algunos en pasarelas donde lucir bikinis y bañadores, pero para otros, comienza la pesadilla de lucir un cuerpo con el que no se sienten cómodos. Los estándares imperantes marcan un paradigma en el que la delgadez es sinónimo de belleza y todo aquello que no esté dentro de esos límites no es bello. Por este motivo, muchos se obsesionan cada año con la denominada ‘operación bikini’, y e incluso se privan de disfrutar de los baños veraniegos por el mero hecho de no tener o no verse con un ‘cuerpo 10’. En la lucha por huir de estereotipos y modas, una mujer ha logrado hacer viral la carta que dirigió a la ‘chica del bañador verde’, una chica que podríamos ser cualquiera de los que alguna vez hemos intentado disimular los temidos ‘kilitos de más’ porque nos han hecho creer que no es bello.

Si bien es cierto que estos complejos afectan más a en edades más tempranas, casi nadie escapa a la inseguridad por su físico, aunque también es cierto, que cada vez son más las voces que se alzan contra el estándar de belleza actual.

La carta, escrita por una madre de ‘treinta y pico’ años, que acude a la playa junto a sus dos hijos, ha sido compartida más de 130.000 veces en Facebook, acumula miles de reacciones y ha sido publicada en diversos medios de comunicación tras convertirse en viral.

En su misiva, Jessica Gómez, ‘la mujer de la toalla de al lado’, comienza preguntándose en qué momento ha pasado de ser “la que va con los amigos a la playa, a ser la que va con los niños”. La mujer reparó en una joven, ataviada con un bañador verde’ que se encontraba disfrutando de un día de playa con sus amigos, aunque a ojos de su observadora, no estaba realmente disfrutando, ya que estaba más pendiente de ocultar todo lo posible su cuerpo.

“Te escribo porque me gustaría decirte que me he fijado en ti. Te he visto, y no he podido evitar verte. Te he visto ser la última en quitarte la ropa. Te he visto ponerte detrás de todo el grupo, disimuladamente, y quitarte la camiseta cuando creías que nadie te miraba. Pero yo te vi. No te miraba, pero te vi. Te he visto sentarte en la toalla en una cuidada postura, tapando tu vientre con los brazos. Te he visto meterte el pelo tras la oreja agachando la cabeza para alcanzarla, quizá por no mover los brazos de su estudiadísima posición casual. Te he visto ponerte en pie para ir a bañarte y tragar saliva nerviosa por tener que esperar así, de pie, expuesta, a tu amiga, y usar una vez más tus brazos como pareo para taparte: tus estrías, tu flaccidez, tu celulitis. Te vi agobiada por no poder taparlo todo a la vez mientras te ibas alejando del grupo tan disimuladamente como antes lo hiciste para quitarte la camiseta”, narra Gómez en su perfil en Facebook.

Para la mujer de la toalla de al lado, el agobio de la joven podía deberse a que su amiga cumplía esos estándares de belleza y ‘cuerpo 10’. “No sé si tenía algo que ver, en tu descontento contigo misma, que la amiga a quien tú esperabas se soltaba su larguísima melena sobre una espalda a la que sólo le faltaban unas alas de Victoria’s Secret. Y mientras tanto tú ahí, mirando al suelo. Buscando un escondite en ti misma, de ti misma”.

La carta continúa con una reflexión sobre las cosas que le hubiera gustado decirle a esa chica del bañador verde. “Me gustaría poder decirte que, en realidad, he estado en tu toalla y en la de tu amiga. He sido tú y he sido ella. Y ahora no soy ninguna de las dos –o acaso soy ambas aún- así que, si pudiera dar marcha atrás, elegiría simplemente disfrutar en lugar de preocuparme -o vanagloriarme- por cosas como en cuál de las dos toallas, la suya o la tuya, prefiero estar.

Quisiera poder decirte que he visto que llevas un libro en tu bolsa, y que cualquier vientre que ahora tenga tus dieciséis años perderá, probablemente, su tersura mucho antes de que tú pierdas la cabeza.

Me gustaría poder decirte que tienes una preciosa sonrisa, y que es una pena que estés tan ocupada en ocultarte que no te quede tiempo para sonreír más.

Me gustaría poder decirte que ese cuerpo del que pareces avergonzarte es bello sólo por ser joven. ¡Qué coño! Es bello sólo por estar vivo. Por ser envoltorio y transporte de quien en realidad eres y poder acompañarte en cuanto haces.

Me encantaría decirte que ojalá te vieras con los ojos de una mujer de treinta y pico porque quizás entonces te darías cuenta de lo mucho que mereces ser querida, incluso por ti misma.

Me gustaría poder decirte que la persona que algún día te quiera de verdad no amará a la persona que eres a pesar de tu cuerpo, sino que adorará tu cuerpo: cada curva, cada hoyito, cada línea, cada lunar. Adorará el mapa, único y precioso, que dibuja tu cuerpo y, si no lo hace, si no te ama así, entonces no merece que le ames.

Me gustaría poder decirte que –créeme, créeme, créeme- eres perfecta como eres: sublime en tu imperfección”.

A modo de conclusión, la mujer explica que aunque no puede decirle nada a la ‘chica del bañador verde’, sí puede hacer lo propio con su hija, a la que por su edad sólo le preocupa si el agua de la playa está fría. “A ti no te puedo decir nada, querida chica del bañador verde, pero todo, TODO, se lo voy a decir a ella. Y todo, TODO, se lo diré a mi hijo también. Porque así es como todos merecemos ser queridos. Y así es como todos deberíamos querer”.

Lea la carta completa aquí>>

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