Que en la playa de Benidorm se lucha sin cuartel por un sitio al lado del mar en el que plantar una sombrilla es algo que se sabe desde hace años, pero ahora esta guerra ha llegado al 'Daily Mail' británico que le ha metido un tinte de xenofobia al acusar a los locales y al resto de turistas españoles de acaparar la primera línea. El leído periódico británico ha llegado a la conclusión que la humana predisposición a ocupar el mejor sitio en la playa tiene tintes xenófobos para impedir que los británicos no tengan un buen sitio en la playa.
Quizás el medio británico no ha tenido en cuenta que todo esto tenga más que ver con la edad de unos y de otros, y es que los que ocupan los mejores sitios de la playa, muchas veces, antes de que salga el sol, son jubilados españoles que madrugan cuando la mayoría de los turistas británicos de la localidad todavía no se han acostado.
Una vez conocido el artículo muchos de los residentes y turistas españoles de la localidad se han pronunciado, "eso es irreal, si los ingleses vienen a las doce del mediodía y quieren coger primera línea como que no es normal", indica con razón un asturiano de unos 70 años que ha llegado a las 6 de la mañana.
"Los ingleses, cuando nosotros venimos, se van a dormir. Que se levanten como nosotros tempranito", afirma con firmeza una señora de Madrid desde su hamaca. "Menos trasnochar, más madrugar", corrobora con contundencia su amiga. "Hay sitio para todos", afrima otro hombre desde una de las sombrillas de al lado. Eso sí, lleva en la playa desde las 7.
Un artículo tergiversado
Fuentes del ayuntamiento de Benidorm y del sector turístico local han criticado al medio por manipular la situación para ensuciar la imagen de este destino cuyo mercado número uno es, precisamente, el británico, pero han decidido no responder porque no quieren continuar con esta polémica que piensan inexistente y porque no quieren que se manipule desde las islas británicas cualquier declaración que puedan hacer.
En cualquier caso, la ordenanza en las playas de Benidorm tiene la prohibición de reservar espacio físico en los arenales de la ciudad en todas las horas del día mediante la colocación en la arena de cualquier tipo de objeto. Para guardar el sitio, hay que permanecer en él, no "reservarlo".
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