Crítica de la obra de teatro 'Alma y palabra. San Juan de la Cruz': espacio de serenidad

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sábado 02 de abril de 2022, 13:25h

La poesía de San Juan de la Cruz (1542-1591), sirve de base al espectáculo ‘Alma y palabra. San Juan de la Cruz’, con dramaturgia de José Carlos Plaza en un montaje dirigido por Lluis Homar que él mismo interpreta junto a Adriana Ozores y Emili Brugalla interpretando al piano algunas piezas de la Música Callada de Frederic Mompou. La propuesta, presidida por la imagen del Cristo de Velázquez al fondo del escenario, puede verse solo durante este fin de semana en el Teatro de la Comedia, sede de la CNTC (Compañía Nacional de Teatro Clásico).

Es la primera vez que la CNTC crea un espectáculo a partir de versos de Juan de la Cruz. Estrenada en 2019 en el Auditorio del Museo del Prado de Madrid, Alma y palabra. San Juan de la Cruz se ha representado en diversas ciudades y festivales y aún recorrerá varios teatros más de nuestro país juntando en escena tres disciplinas artísticas de un tremendo poder evocador: la poesía mística de San Juan de la Cruz, la música de Mompou y la pintura de Velázquez con su Cristo crucificado. Juntos, y de la mano y la voz de los estupendos Lluis Homar y Adriana Ozores, se introduce al público en el mundo y las circunstancias vitales del poeta místico, su enfrentamiento a los poderes establecidos de su época –incluida la Iglesia-, y la fuerza extraordinaria que despliega su óptica de la vida plasmada con hondura en su poesía en la búsqueda de Dios y de la serenidad personal frente a todo y frente a todos.

“La voz misma del silencio”, que es la música callada de Mompou, “alma de vagabundo”, envuelve con delicadeza e inspiración profundas la palabra del “vagabundo del alma”, que es San Juan de la Cruz. “El alma sosegada en una noche oscura, con ansias en amores inflamada, ¡Oh, dichosa ventura!, salid sin ser notada, estando ya mi casa sosegada…”. Poco más de una hora bastan a los creadores de esta ‘Alma y palabra’ para que el público se despoje de todo atisbo de desasosiego, de toda ansiedad e inquietud y volar al etéreo espacio del pensamiento místico, levantar los pies de la tierra y mirar más allá de lo tangible.

Capital en la llegada a buen puerto de ese empeño la suave, espiritual iluminación de Dani Checa, el austero espacio escénico de José Helguera, el vestuario –amplio, discreto, etéreo-, de Gabriela Salaverri, y los siempre certeros consejos del maestro de la palabra Vicente Fuentes.

La poesía de San Juan de la Cruz fusiona diversas tradiciones que funden religión y espiritualidad, pensamiento crítico y lírica en lo que, posiblemente, constituye la más intensa cumbre de la literatura española. Ordenado sacerdote en 1567, muy pronto conoció a su paisana Teresa de Jesús, también proclamada luego como Santa, que le integró en el movimiento reformador iniciado por ella, y editó sus obras. En 1568, Juan de la Cruz fundó el primer convento de Carmelitas Descalzos, que tenían como forma de vida la contemplación y la austeridad extremas. Sus intentos de reforma monástica, y su actividad incansable como propagandista, le llevaron incluso a prisión en Toledo, en 1577. Entre esos muros compuso los versos del Cántico espiritual.

La experiencia teatral de ‘Alma y palabra’ se acerca mucho a las meditaciones, a los retiros, a las búsquedas espirituales de diversas religiones, empezando por el propio cristianismo, que abogan por trascender el aquí y el ahora para intentar buscar la conexión con algo que está muy por encima del ser humano y que unos llaman Dios y otros le dan diversos nombres, para intentar, en definitiva, encontrar la paz, el equilibrio, la serenidad del alma. Muy interesante.