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Cartel Obra 'Es mi hombre'
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Cartel Obra 'Es mi hombre'

Crítica de la obra de teatro 'Es mi hombre': mejor un churro que un croissant

domingo 22 de enero de 2023, 10:21h

La compañía Livianas Provincianas lleva ya rodando y rodándose hace algunas temporadas en ese género hoy poco extendido, el teatro-cabaret, pero que hizo furor durante todo el siglo pasado, por lo menos hasta mediados de los años 70.

Uno, provinciano como Livianas, se sorprendía a su llegada a Madrid cuando Franco estaba ya a punto de decir adiós a este mundo cruel, paseando por alguna calle del ahora llamado Barrio de las Letras y veía carteles de ‘Café cantante’ en algunos locales de la zona. Pasó algún tiempo hasta que el entonces estudiante acabara averiguando la naturaleza del local y de sus asiduos clientes.

Allí, en cualquiera de esos cafés-cantante, habrían encajado perfectamente estas dos simpatiquísimas y desenfadadas mujeres, La Reme (Paloma García-Consuegra), y La Berta (Irene Doher), dos modistillas de pueblo recién llegadas a la capital, que dedican sus mañanas a la aguja y el dedal y las tardes al escenario.

Más que chicas ligeras de cascos, Livianas Provincianas encajarían como el dedal y la aguja, como artistas de aquellos ‘cafés-cantantes’, una especie de cabarets de barrio, domésticos, casi de la familia. Uno de esos locales a los que el hombre podía confesar a su mujer que iba a tomarse un café y, de paso, a pasar el rato y que, incluso, y si se animaba, la parienta podía también animarse y acompañarlo a tararear algunos de esos cuplés de moda y a echarse unas risas con las artistas que, en general, solían tener un oficio… digamos ‘honesto’ por las mañanas y ese otro, en tierra de nadie, por las tardes.

Y, lo dicho, Irene y Paloma, estupendas actrices y cantantes, que es tanto como decir la Berta y la Reme, van ahora de tarde en tarde, aunque más valiera decir algunas mañanas de sábados o domingos, a la madrileña Sala Nave 73 para mostrar ante el público —ya vimos que han creado una cierta clá… de fieles seguidores—, para echarse unos cuplés dramáticos o sicalípticos (Es mi hombre, Ven y ven, La chica del 17…), que de todo tiene la viña de Livianas, envueltas lo mismo en un mantón de chulapa que en el más moderno traje de baño.

Aunque la dramaturgia de este espectáculo, ‘Es mi hombre’, el primero de la compañía cabaretera, es de Sergio Adillo, a él tampoco se le escapa que gran parte de la gracia de la propuesta descansa sobre la constante improvisación, gracejo y descaro de las dos artistas.

Durante casi hora y media Paloma e Irene dialogan entre sí y con el público —aquí no vale eso de parapetarse en las últimas filas—, cantan y hacen cantar, sacan al escenario a los más retadores o tímidos, y conducen un espectáculo con soltura, oficio y alegría, repleto de cuplés populares o de nueva creación que invitan al espectador a tararear sus estribillos con la confianza de quién lo hace entre amigos.

Divertidas, graciosísimas, acompañadas al piano por Pepe Alacid, Berta y Reme van desgranando en directo canción tras canción entre dimes y diretes, chascarrillos y confidencias, dando lecciones de costura, de venta directa o por internet, clases rápidas del francés que la Reme aprendió en París cuando salió huyendo del pueblo porque Ramón —su hombre-, no era el Ramón que ella creía, y así hasta dar con sus carnes lozanas en el 17 de la plaza de Tribulete, que es donde ellas tienen la pensión y, aunque de incógnito, o de tapadillo, también el taller de costura que les da de comer.

Y como este es género dramático más cercano al conocimiento de gentes maduras, si es que no están ya en eso que ahora se llama Tercera Edad que, por lo general, se conocen las letras y las intenciones de los cuplés de Livianas al dedillo, los espectadores más jóvenes se quedan simplemente alucinados, perplejos, boquiabiertos, con lo que ven, escuchan, ríen y sienten.

Quizás por eso mismo, y para sentar ante ellos los límites del género y de sus genuinas artistas cultivadoras, no está demás intentar delimitar qué adjetivos se les pueden aplicar y, al menos en el caso de Livianas, cuáles no. A riesgo de tirarme a la piscina y mojarme, voy a decir que Es mi hombre es un espectáculo fresco, audaz, campechano, desenvuelto, desembarazado, atrevido, osado, desenfadado, descarado, pícaro, pillo, y hasta sicalíptico.

Pero no tiene nada, o casi nada, de descocado, vulgar ni chocarrero, desvergonzado, insolente, grosero, incorrecto ni descortés, lujurioso, libidinoso, concupiscente, lascivo, erótico o sexual.

En todo caso, y si me creen, por favor, no duden en acudir a su próximo espectáculo (¡ojo a la cartelera de Nave 73…!), con la parienta, la suegra, los niños, los sobrinos y hasta los abuelos. Y con la seguridad de no defraudar a ninguno. No pararán de sonreir, reir y tararear cuplés de ahora y de siempre.

‘Es mi hombre’

Dramaturgia: Sergio Adillo

Dirección: Livianas Provincianas

Intérpretes: Irene Doher y Paloma García-Consuegra

Pianista: Pepe Alacid

Plástica Escénica: Antiel Jiménez

Sonido: Víctor Nieva

Asistencia de Dirección: Carlos Tuñón

Producción: Livianas Provincianas

Nave 73 (Madrid)

21 de enero de 2023 (para próximas funciones, consultar la web de nave73)

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